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Ángel Petisme en DIARIO DE NOTICIAS

ÁNGEL PETISME POETA Y CANTAUTOR

«El arte es pura condensación de vida»

El poeta y cantauror aragonés celebra 40 años en la brecha con el libro de relatos 'Yo pude ser Letizia' y el disco 'Cenizas y sudor', de los que dará cuenta hoy en Katakrak
ANA OLIVEIRA LIZARRIBAR - Sábado, 27 de Enero de 2018

PAMPLONA- Miguel Sánchez-Ostiz y Kutxi Romero acompañarán a Ángel Petisme (Calatayud, 1961) en una presentación que promete será “divertida” y cargada de energía. No hay más que leer esta colección de 35 cuentos canallas y escuchar los 19 temas del CD para confíar en que así será.

Antes de nada, comentarle que es un honor recibir su visita real...

-(Carcajadas) ¡Muchas gracias!

Va a presentar ‘Yo pude ser Letizia’ en Pamplona arropado por Kutxi Romero y Miguel Sánchez-Ostiz, dos pesos pesados. ¿Qué les une?

-En el caso de Kutxi Romero, pasó que hace unos años estaba en Radio 3 a punto de grabar un programa y me comentaron que estaba por allí Enrique Villarreal, El Drogas, y que quería saludarme. Yo, claro, encantado, conocí a Enrique, que me comentó que había leído todos mis libros porque se los había recomendado Kutxi Romero. Hicimos mucha amistad los tres y, más adelante, cuando grabé un tema con los dos me comentaron que leían mucho a Sánchez-Ostiz, me picó la curiosidad, investigué a Miguel, le pedí amistad en Facebook y a partir de ahí hemos tenido relación. Recuerdo que el año pasado publiqué el libro de poemas El faro de Dakary me escribió desde Bolivia felicitándome. Me siento muy honrado de que los dos vayan a estar conmigo en la presentación.

Cuando una serie de amigos, escritores y/o músicos, como Kutxi Romero, Enrique Villarreal, Luis Eduardo Aute, Ignacio Martínez de Pisón, etcétera, escriben lo que han escrito de Petisme, ¿uno se sonroja o le echa cara y dice ‘es que llevo 40 años currándomelo’?

-(Ríe) Cuando hablan tan bien de ti significa que los jamones y las botellas han llegado donde tenían que llegar (ríe). En cierto modo somos los amigos que tenemos. Ellos nos hacen grandes y nos motivan. Si te rodeas de excelencia, de gente preparada, vas a mejorar y a crecer. En ese sentido, les debo todo a mis amigos. Fíjate, solo en la música llevo a gala haber tenido como padrinos a Labordeta y a Aute. Y luego uno piensa ‘algo habrán visto en mí, tampoco lo habré hecho tan mal’. Pero poco más. El trabajo en el arte es a largo plazo y las mejores cosechas se recogen en la madurez.

Pues vivimos en una sociedad que adora la juventud.

-Se lleva la efebocracia, el usar y tirar, pero el arte es pura condensación de vida y tienes que filtrar y hacer mucho para poder crear buenas canciones, buenas novelas, buenas películas...

Ya había publicado relatos en volúmenes colectivos, pero este es el primer libro que dedica a estos textos breves, ¿por qué ahora?

-La verdad es que no lo sé. Uno decide publicar un material u otro porque ya le quema en los dedos. El libro recoge textos que van desde los años 90, cuando empecé a colaborar en prensa, hasta ahora. Al principio me daba un poco de apuro mostrarlos, quizá porque me encontraba a gusto en la poesía y componiendo canciones, que son géneros más breves, pero de pronto me animé a sacarlos. También me pareció que como iba a celebrar mis 40 años en la música con varios conciertos estaba bien darle al disco un valor añadido con un libro. Y más teniendo en cuenta que las tiendas de discos han desaparecido.

La infancia como ese lugar al que no se puede regresar, pero en el que de algún modo siempre permanecemos vuelve a estar muy presente en estos relatos como en el resto de su obra. ¿Es Ángel Petisme un niño con demasiado información y, por tanto, sin demasiada inocencia?

-Ya quisiera. Como decía Rilke, ‘la patria es la infancia’. Siempre me he sentido cómodo a la hora de hacer canciones o poemas sobre este tema. Entre otras cosas porque somos lo que recordamos y, en ese sentido, me parece que ese niño o esa niña que dejamos atrás aun existe. Y a veces conviene recuperar esa candidez y esa mirada fovista y salvaje e inocente de la realidad. Es tan tóxica y tan fea que en ocasiones hay que mirarla con los ojos de un niño para poder cambiarla.

¿Estamos ante unas peculiares memorias que mezclan recuerdos de lo que fue y de lo que pudo ser?

-Supongo que sí. El libro está dividido en tres bloques. El primero, Dry Martini, se acerca más al género negro, y el segundo, Quiniela sonámbula, es pura autobiografía. Imagino que era el momento de poner en el crisol todas esas experiencias para sacarlas fuera, pasar página y buscar nuevos horizontes. Mientras me queden neuronas y salud no me permito repetirme. Intento que cada trabajo sea diferente. Y en la tercera parte,Trampa para topos, hay un guiño a la amistad, a mis seres queridos, a mis mascotas, también a los pasos por hospitales, por quirófanos... En el fondo es una reivindicación de la vida ante la amenaza de la muerte. Y sí, puede que estos relatos sean unas memorias con un puntito de ficción.

¿También lo es ‘Cenizas y sudor’?

-Sí, ese título también huele a revisión de pasado. A fin de cuentas, por lo menos mi experiencia en la música ha estado atravesada por el fuego y la pasión, que acaban en cenizas, y por el sudor porque somos agua, ¿no? Supongo que el disco y el libro están bastante interrelacionados, sí.

De hecho, a lo largo de su carrera los discos han seguido a los libros y viceversa. ¿Se alimentan los unos a los otros?

-Sí. Ahora ya ni me lo planteo, pero hubo una época en la que la cultura tenía más valor que ahora y en la que había que organizarse un poco más para publicar. Un año sacaba un libro y al año siguiente, un libro... Llevo ya 40 años en esto, desde que a los 14 años me subí a un escenario y ya por entonces empecé a publicar textos en revistas y con 16 salió mi primer librito. La experiencia de todo este tiempo ha sido rica. Algunas canciones han nacido de versos y algunos temas han devenido luego en poemas más largos. Así que sí, en general siempre se han relacionado. Por ejemplo, en 1993 publiqué Amor y cartografíay el año anterior, el disco Turistas en el paraíso y ambos contienen la misma idea del viaje y el amor. Lo que pasa es que son géneros muy diferentes, pero es mejor, porque es como el que además de hacer pan, hace vino, y con pan y vino se hace el camino (ríe).

Tanto en los textos como en las canciones hay mucha pasión y compromiso, pero casi nunca rabia o ira.

-No hay rencor. Bueno... Igual en alguna canción sí he cargado más las tintas y han tenido una cierta carga cítrica, como, por ejemplo, la que grabé con Kutxi y con El Drogas, Además nos votaréis, que contiene un espíritu 15-M y es una especie de puñetazo en la mesa. Pero en líneas generales no suelen ser así, aunque no hay ningún misterio. No soy ni San Vicente Ferrer ni Teresa de Calcuta, mi compromiso social y político es el de un ciudadano. Hay muchas cosas en la realidad que no me gustan, entiendo que el mundo es manifiestamente mejorable y que un ser humano que no siente empatía hacia el dolor ajeno, hacia la indignidad o la injusticia que sufren otras personas y también los animales es un pelín psicópata. O muy psicópata. Precisamente, la sociedad peca un poco en estos tiempos de mirar hacia otro lado, de narcisismo, de sálvese quién pueda... Igual es que como estudié en los Escolapios y estuve en un seminario de niño soy curica rebotado y mantengo algo de ese cristianismo antiguo, solidario. Hoy puede que sea ateo o budista, pero me parece que por encima de los credos y de las religiones hay algo que nos trasciende a todos, que es el sentido de la fraternidad. Y aunque me gustaría escribir más canciones y poemas de amor, Dulcinea puede esperar. A veces hay temas urgentes y encuentras poesía y belleza donde no hay más que miseria. Pero creo que ese también ese es el trabajo del artista, centrifugar la realidad y presentarnos otra imagen. Yo soy positivo, no sé si es por mi genética o por qué, pero siempre tiendo a la alegría y a la vitalidad.

Vamos al título, ‘Yo pude ser Letizia’, que se refiere a un encuentro muy cercano que tuvo con quien hoy es rey y entonces era príncipe...

-(Ríe) Al aparecer en un libro de relatos, puede ser una experiencia ya ficcionada, porque no se trata de sacar a nadie del armario ni de remover trapos sucios (ríe). En serio, aunque no me sienta muy monárquico ni muy Borbón, intento ser respetuoso con todo el mundo. Aquella anécdota fue divertida, sí. Fue en el año 2000, cuando se inauguró el Museo de Buñuel en Calanda. Estaban los políticos de turno, también el Príncipe, y el acto fue en un espacio bastante reducido. Cuando yo salí todos ya estaban sentados y en realidad con lo que aluciné fue al ver a Yoko Ono y a Sean Lennon en primera fila. Lo que pasa es que, luego, los periodistas, que sois muy morbosos, me dijeron que el príncipe me comía con los ojos (ríe)... A lo mejor hace 18 yo todavía tenía una pedrá, pero ahora ya no (ríe). Lo divertido es eso, que 18 años después, ese personaje que ya no soy yo exactamente piensa en lo que podrían haber cambiado las cosas en este país. Podríamos haber ido juntos en la carroza del Orgullo... Y, claro, ese pobre hombre se arrepiente de haberle dado calabazas al príncipe y le manda un wasap... Todo con mucho humor. A mí me gusta reírme no de la gente, sino con la gente, y sobre todo de mí mismo. Es una terapia buenísima para mantener el tipo y saber dónde estás.

El humor y la ironía también muy presentes en la creación de Ángel Petisme. ¿Son un buen antídoto contra la desesperación?

-Sí. Solo el humor y el amor nos salvan. Lo que pasa es que se está perdiendo el sentido del humor. Incluso hay quien no entiende mi sentido del humor, tan aragonés, el somarda (ríe). La ironía es muy enriquecedora, te distancia de una visión más cruel de las cosas. Y la risa es pura música. Buñuel decía que un día sin risa es un día perdido.

OBRA

Poemarios. Cosmética y terror, El océano de las escrituras, Habitación salvaje, Amor y cartografía, Constelaciones al abrir la nevera, El desierto avanza, ¿Sueña Dios con buñueles eléctricos?, Buenos días colesterol, Insomnio de Ramalah, Demolición del Arco Iris, Cinta transportadora, Poemails (Nuestra venganza es ser felices), La noche 351 y El lujo de la tristeza. Tiene dos antologías: Teoría del color (1977-2006) y El sur del tiempo (Antología 1984-2015).
Otros textos. Los dietarios El cielo de Bagdad;el libro de prosa erótica Lupanar de Greenwichy El Profeta para la obra teatral Pablo Gargallo, un grito en el desierto.
Discos. La habitación salvaje, Turistas en el Paraíso, El Singapur, Cierzo, Buñuel del desierto, Mi zoo privado, Metaphora, Sacco y Vanzetti (junto con el Mecánico del Swing), Amor entre las cuerdas, Éxitos secretos, Río Ebrio, Under wood songs o El ministerio de la felicidad. El libro Canciones. Del corazón a los labios recoge toda su poesía cantada.

“Un ser humano que no siente empatía hacia el dolor ajeno, hacia la indignidad o la injusticia que sufren otras personas es un pelín psicópata”

“Ese niño o esa niña que dejamos atrás todavía existe y a veces conviene recuperar esa candidez y esa mirada fovista y salvaje de la realidad”

“La segunda parte del libro es pura autobiografía;supongo que era el momento de sacar esas experiencias, pasar página y buscar otras nuevas”

“La ironía es enriquecedora, te distancia de una visión cruel de las cosas. Y la risa es música. Decía Buñuel que un día sin risa es un día perdido”



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