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Boban Minic en DIARIO DE NOTICIAS

«La religión no induce a las matanzas, lo que sucede es que los radicales justifican todo lo que hacen en su fe»

Boban Mimic, periodista durante la guerra de Bosnia, visitó recientemente Pamplona para presentar su último libro: ‘La vida y la muerte de Yugoslavia’

LETICIA DE LAS HERAS | IÑAKI PORTO - Domingo, 18 de Junio de 2017 - Actualizado a las 06:01h

PAMPLONA - Boban Minic reside junto a su mujer y sus dos hijos en La Escala, una pequeña localidad costera de Catalunya. Allí llegó desde su Sarajevo natal después de años de guerra en Bosnia, donde permaneció ayudando a su pueblo a través de un estudio de radio en el que cambió las notas informativas por consejos para sobrevivir y el rastreo de familiares desaparecidos.

¿Cuál es la situación de Bosnia en estos momentos?

-Tengo la impresión de que allí se está cocinando algo malo. Después del tratado de Dayton, cuando se paró la guerra, el país se dividió el dos partes y ahora los serbios quieren separar su parte y unirla con Serbia y los croatas quieren también separar una parte y unirla con Croacia, mientras que los musulmanes no aceptan esta división y se están radicalizando. Si estallase una nueva guerra no se quedaría solo en los Balcanes porque ahora hay intereses también de otros países como Turquía o Rusia. La Unión Europea tendría que hacer algo urgentemente y prestar atención a Bosnia porque si no es muy fácil que comience la segunda parte de esta guerra inacabada.

Si llegase esta nueva vuelta a las armas, ¿confía en que Europa responda como debe?

-Nunca he confiado en la comunidad internacional. Ellos tenían armas y medios para haber acabado esta guerra mucho antes, no cuando ya había 100.000 víctimas, después de tantas violaciones, limpiezas étnicas y barbaridades. Si hubiesen intervenido al principio habría sido mucho más fácil, pero había intereses divididos entre los distintos países y dejaron que la gente se las arreglase como pudiese.

¿Cree que se podría hablar en términos de guerra al referirse a los atentados islámicos que están teniendo lugar el Europa?

-El terrorismo no es una causa de la guerra, es más bien una consecuencia. Hace años no había terrorismo, pero empezó con la guerra de Irak y siguió con la de Siria. No se si se puede hablar o no de una guerra, pero me parece que se exagera un poco porque quienes llevan a cabo estos atentados son un porcentaje muy pequeño de estos musulmanes radicalizados.

¿Cómo ha pasado Bosnia de ser un territorio multicultural en el que la religión no tenía mucho peso a ser uno de los puntos de radicalización de los musulmanes?

-Bosnia tiene una herencia histórica bastante dura. Es una tierra que tuvo mucho interés geoestratégico en el pasado y vivió muchas divisiones. Esto dejó sus huellas, pero nosotros no esperábamos el estallido de la guerra. Mi generación vivía en un país con libertad religiosa y nacional, no entendemos de dónde ha salido tanto odio y tanta miseria. Algo que influyó mucho fue la caída del muro de Berlín, que representaba la caída del comunismo, de una ideología que reunía a la gente diferente. Cuando calló empezaron a buscar nuevos puntos de identificación y fueron muy fáciles de manipular. Empezaron a utilizar la religión y la historia, recordando los antiguos choques entre serbios, croatas y musulmanes. Para mí es todo una manipulación que ha llegado hasta un punto donde el sentimiento dominante es el odio.

Aunque no lo comparta, ¿puede verle algún sentido a que se cometan crímenes en nombre de la religión? ¿o se trata solo de una justificación?

-Todo es manipulación. El Corán, por ejemplo, dice que si matas a un inocente has matado a todo el mundo. No se de dónde sacan estos radicales que tienen que matar quienes no siguen su fe. Yo soy ateo y lo que allí llaman hijo de matrimonio mixto, pues mis padres pertenecían uno al ámbito ortodoxo y otro al musulmán. Yo soy, ante todo, ciudadano de Europa y de Sarajevo, de este Sarajevo que representaba una mezcla de culturas y naciones. Ha cambiado mucho, pero todavía queda una semilla de esta convivencia. Los amigos de antes siguen siendo amigos, para mí el mal vino de fuera. Pienso que la religión pura no induce a las barbaridades y matanzas, lo que sucede es que todo lo que hacen lo justifican en su fe.

Cuando estalló la guerra vivía en Sarajevo con su mujer, que estaba embarazada, y su hijo de tres años. ¿Por qué no escaparon de allí cuando tuvieron la oportunidad?

-Decidimos quedarnos allí como una muestra de resistencia pacífica. Mi mujer dio a luz en el sótano de un hospital durante la guerra, sin siquiera la luz de una bombilla. Aguantamos juntos unos 21 meses, hasta que encontramos la bala de un francotirador en la cuna del bebé. Mi mujer dice que ella ya tenía la decisión tomada, pero para mí ver esa bala perdida al lado de su cabecita fue determinante. Ellos se marcharon y yo me quedé viviendo los que fueron los peores meses de mi vida. Trabajaba horas y horas en condiciones terribles, sin agua, sin calefacción en invierno y sin aire en el verano, así que terminé destrozándome la voz y tuve que dejar la radio. Yo no valía para empuñar un arma y matar a alguien, así que busqué la manera de irme de allí y salí en diciembre del 94 pasando por un túnel por debajo del aeropuerto y atravesando las montañas nevadas, fingiendo dormir en las fronteras porque no tenía visado.

Cuando acudía cada día a la radio, ¿lo hacía porque se sentía responsable, porque quería hacer algo por su pueblo?

-Sí. Me di cuenta de que no podíamos comprobar las informaciones que nos llegaban a los periodistas y se podía manipular, así que me giré hacia otros temas. Hablaba de cómo sobrevivir, llamaba a psicólogos, psiquiatras y nutricionistas o abría el programa para la gente que aún tenía posibilidad para llamar me contase cómo creían que sería Sarajevo dentro de quince años. La gente soñaba, abría un poco la mente. Me parece que en aquellos momentos estos programas eran más importantes que los informativos.

¿Buscaba quizás darles un poco de esperanza?

-Sí, esperanza y una salida. La gente estaba en sus sótanos escuchando la radio y yo, junto con otros periodistas, claro está, abríamos a través de la radio una ventana hacia la vida, diciéndoles que tenemos que prepararnos, que tenemos que tener fe y esperanza. También dedicaba tiempo a los llamados lazos rotos. La gente, a través de papeles entregados en la recepción, de radioaficionados, o de la Cruz Roja, enviaban o pedían información de sus familiares. Yo algunas veces conseguí reunir a las familias, por lo menos a través de las radios, aunque también es verdad que tuve que dar las noticias, decirle a alguien que había perdido a un familiar o que estaba en un campo de concentración. El programa duraba horas y horas, por esto perdí la voz, porque no quería dejar ni una papeleta sin leer. Era mi obligación y estoy orgulloso. Aunque de la Bosnia que yo soñaba no queda mucho, al menos estoy en paz conmigo mismo.

Para escribir su primer libro tuvo que revivir esos momentos tan duros de su vida.

-Por eso tardé tanto. Yo tenía apuntes desde el primer día prácticamente, tenía un cajón lleno de papeles escritos, sobres y trozos de diarios, pero sentarme y aglutinarlo todo me daba miedo porque no sabía si los sentimientos que eso podía provocar en mí serían demasiado fuertes. Me animaron a escribirlo diciéndome que me sentiría mejor después de hacerlo y yo ciertamente que no lo creía, pero era verdad. Cuando salió el primer libro noté que algunas cosas del corazón pasaron al libro y ahora están ahí y no debo cargar con ellas.

¿Es entonces de la opinión de que horrores como la guerra es mejor recordarlos para que no se vuelvan a repetir que olvidarlos para no sufrir?

- Olvidarlo, simplemente, no se puede. Puede que escribir sea un intento en vano de que la gente conozca tus errores para no cometerlos otra vez. Los humanos tenemos que cometer nuestros propios errores, pienso que no aprendemos nada de los que cometen otros.

¿Qué le trajo a usted y a su familia a La Escala, un pequeño pueblo costero catalán?

-Fue pura casualidad. Mi mujer salió con el bebé de catorce meses y un niño de cuatro años sin saber a dónde y se montó en un convoy que salía del país acompañado por tanques de la OTAN. Tras pasar por Zagreb y Liubliana, donde estuvieron dos meses escondiéndose de la policía eslovena, llegaron a España a través de conocidos de una ONG catalana. Al principio vivieron en casa de mi hermana mayor, que llevaba ya varios meses aquí, hasta que un día vino una delegación de La Escala ofreciéndoles una casa de acogida. Mi mujer no sabía lo que era eso ni dónde estaba, pero cuando llegaron allí quedaron encantados. Se encontraron con un pueblo junto al mar, pequeño pero muy bonito. De un infierno, de golpe, se encontraron en un paraíso.

¿Ella sabía castellano?

-Hablaba inglés pero allí nadie lo hablaba excepto una belga de la que se hizo amiga. Enseguida empezó a aprender catalán porque le dijeron que esa sería la lengua que aprenderían sus hijos en la escuela y así podría ayudarles a integrarse. Cuando yo llegué ya hablaba bastante bien catalán, pero me dijo que lo mejor era que yo aprendiese castellano porque había mucho papeleo en Madrid que no se puede hacer en esa lengua.

las claves

UNA VIDA EN GUERRA
Bienvenido a Sarajevo, hermano. El primer libro de Boban Minic reúne todas sus vivencias, convirtiéndose en un relato que muestra la realidad del día a día de las personas que deciden quedarse en su tierra en guerra y luchar, aunque no siempre con las armas.
MANUAL DEL CONFLICTO
La vida y la muerte de Yugoslavia. El último libro de Boban Minic es un manual sobre la guerra de Bosnia, mostrando sus antecedentes, dando nombre e ilustrando sobre cada una de las figuras e ideologías importantes en el conflicto. Así mismo, analiza la actual situación del país y habla sobre su posible futuro.
“Si estallase una nueva guerra no se quedaría solo en los Balcanes porque ahora hay intereses de otros países”
“No podíamos comprobar las informaciones y se podía manipular, así que cambié hacia otros temas”
“Aguantamos en Sarajevo hasta que encontramos la bala de un francotirador en la cuna del bebé”
“Cuando salió el primer libro noté que algunas cosas del corazón pasaron al libro y ya no debo cargar con ellas”



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