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Todas en el mismo barco: crónica de Iruñea NOLA? 2016

«Ildoa landuz! Ildoa landuz! Ildoa landuz!»
Broken Brothers Brass Band
Azken kantua balitz (2016)

«Que la música haya pasado de ser vista como una actividad
a ser entendida como un objeto de consumo
es una triste derrota social [...]
La música es una actividad y debería parecerse más
a un enjambre de insectos que a un gorila blanco.»
Nando Cruz
Romper el marco (2016)

Si hay un opuesto perfecto a la soledad, es la sensación de estar trabajando un surco. Bueno, ésa y la de surcar con un barco de vapor el barrio de Arrosadia. Surcar, hacer surco. Una vez abrimos el mar o la tierra, cualquiera puede unirse a la tripulación, cualquiera puede retomar la tarea en el futuro. Cultivar, igual que navegar, hace que prenda la mecha de lo posible y amplia los mapas de la realidad. Una pequeña cantidad de agua basta para que algo nuevo brote, una gran masa de agua sostiene largos viajes. En ambos casos, se impone una emoción expansiva, de apertura a lo que venga, de mano tendida.

No sabría contar la historia de este segundo festival Iruñea NOLA? de manera ordenada, así que empezaré por el final. «Me he pasado el fin de semana enamorado» ha dicho hoy Xabi en la cocina, tercer día de resaca. «¿Enamorado de quién?». «De nosotros, de lo que hemos hecho, del NOLA». Y me he reconocido en ese enamoramiento colectivo, en ese sorprenderse mutuamente en el que se adivinan nuevos comienzos.

Pero vayamos a los hechos. Salto atrás en el tiempo, al centro de la acción. «Éste es un barco sin papeles» dijo el capitán Jack Espárrago, pirata navarro, en el Jito Alai, momentos antes de zarpar en pasacalles, al mediodía del domingo. Elevamos el ancla, brindamos, desplegamos la vela mayor en la que se leía TODAS EN EL MISMO BARCO y salimos hacia el río como un enjambre de insectos. Al frente de la expedición, la nave rodante, enorme y triunfal, con su divisa de la plataforma vecinal y su bandera pirata, echando humo por las dos chimeneas. Detrás, las mujeres de Flor de África y las de Así es Bolivia bailando a lo loco con la música de la Iruñea NOLA Brass Band, ese huracán de viento y percusión que sólo golpea el último domingo de mayo. Y siguiendo a la banda, el resto de la tripulación, lo que en Nueva Orleans llaman second line, es decir, quien quiso unirse a la marcha, sin entrada y sin derecho de admisión. Ahí el enamoramiento, a toda máquina.

Y antes de ese momento, otros. Por ejemplo, cuando Jesús nos enseñó las primeras fotos del barco montado. O el jueves en el programa de radio, cuando Noelia agarró el micro para decir «sois afortunados de vivir en este barrio». O el viernes cuando por fin conseguimos conectar el generador y sonaron como un trueno The Titanians por la garganta de Remigia Picó. O cuando, pasadas las 4am, recogimos toda esa fiesta en media hora, entre muchísimas manos. Y después también, como el mismo domingo cuando nos repartimos una olla tremenda de gumbo y una paella bajo el puente, a cubierto de la tormenta. Y luego, cuando salió el sol y pudo tocar su teclado el Profesor San Martín entre los árboles. Y la sonrisa de María aireando la bandera pirata, o haciendo pitar la flauta sin ton ni son. Los bailes en corro, las conversaciones fugaces, los pliegues sutiles de la felicidad. De todo esto hay fotos, pero el surco que estos momentos abren en conjunto es más difícil de ver.

No sé si consigo explicarme. Hay algo común a todo lo que ha ocurrido en este Arrosadia NOLA? y es que lo hemos hecho con nuestras propias fuerzas, sin un euro de nadie. Hemos dependido mucho los unos de los otros, de nuestro trabajo, pero casi nada del mercado y sus normas. Eso nos ha hecho frágiles, ha tensado nuestras relaciones, nos ha agotado, nos ha costado fallos y disgustos... Pero nos ha permitido desplegar una poética propia. O lo que es lo mismo: no ha hecho falta para nada entrar en cálculos sobre lo conveniente, lo exitoso o lo rentable. No hemos tenido que ser prudentes ni equidistantes. Hemos hecho lo que hemos querido: una actividad y no un objeto de consumo. Hemos construido algo que no existía y que además no estaba previsto según las normas que rigen lo real: un barco de vapor por las calles de Arrosadia, un enjambre de insectos y no un gorila blanco.

Hay orgullo en eso, claro que sí. Y hay amor, y hay surco.

Cualquiera puede seguir trabajándolo. Nosotras volveremos pronto.

MISCA CARTIERUL!
ILDOA LANDU!
¡MENEA EL BULLATE!

Luis Soldevila Mataix



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