EGON SCHIELE EN PRISION

EGON SCHIELE EN PRISION

NOTAS Y DIBUJOS

Arthur Roessler

7,00 €

IVA incluido

No disponible

EGON SCHIELE EN PRISION

NOTAS Y DIBUJOS

ISBN 9788497167192
Páginas 88
Año 2014
Editorial Olañeta
Sección Vigilar Y Castigar

 

Reseña aparecida en la revista “EL CRÍTICO” de La Escuela de Letras de Madrid (marzo, 2005)

José Antonio Redondo

Egon Schiele (Austria, 1890-1918) se representó en 1915 como San Sebastián en el momento de su martirio, con los brazos elevados como las ramas de un árbol de sus paisajes de otoño, atravesado por las flechas. Sirve esta imagen de ilustración
de la cubierta de este falso diario y responde tal vez a la sensación del joven maestro de la pintura de estar siendo atacado por unas convicciones artísticas que combinaban sexo y religión, esperanza
y desolación. Pero...

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acaso se trate también de algún tipo
de anticipación proléptica, de su propio futuro, pues es sabido que en la iconografía cristiana San Sebastián representa la juventud,
y su martirio, la muerte de ésta, "Despojado de la vida cuando eran nuevos el amor y la vida / aquí yace el más joven de los mártires" decía Wilde en The Grave of Keats, su poema sobre el más precoz de los primeros románticos ingleses. Así murió, como el autor
de las Odas, demasiado pronto, de una enfermedad respiratoria,
y así lo citaba textualmente Yukio Mishima en uno de sus más famosos cuentos: El muchacho que escribía poesía. El japonés, que obsesionado con el mito del mártir, se hizo fotografiar en varias ocasiones como el santo y conocía a fondo las distintas representaciones de la escena.

Si la elección de la imagen de portada es uno de los grandes aciertos del editor, se echa en falta un prólogo que aclare de plano la autoría del diario, pues el prólogo del verdadero escritor, Arthur Roessler -crítico de arte al tiempo que mentor y agente del pintor- no es claro al respecto. Cerca del final, la sospecha de que el diario no es tal se hace clamorosa, tras la ruptura de estructura
en la penúltima anotación, que se encabeza significativamente no ya por una fecha concreta sino por ese "¡Un día más,
un día de mayo!" y que se convierte sencillamente en un relato
en primera persona. Casi inmediatamente después de esto se accede a un epílogo que resulta plenamente clarificador de las circunstancias de la redacción: en realidad
el diario se publicó cuatro años después de la muerte del pintor
en un nuevo esfuerzo de Roessler para difundir aún más
el conocimiento sobre su protegido.

Ciertamente Roessler compone un relato de irregular calidad -aparte de esa ruptura final, existen algunas anticipaciones
de hechos impropias de un diario y algunas licencias del narrador que restan verosimilitud- pero no por ello carece de interés. En este texto se integran muchos de los elementos que han conformado
la crítica artística relativa a Schiele. Por un lado, se proyecta la idea romántica de la creación y por otro la interpretación psicologista,
de que el joven genio, al ser un expresionista preocupado
por la representación del espíritu debió ser influido por sus circunstancias personales, por sus reacciones sentimentales
al entorno. "No, no sueño, vivo, sufro; a menos que la vida sólo sea un sueño donde se castigan severamente las pesadillas".
La estancia de un mes en prisión preventiva por causa de una acusación por retener a una menor y la calificación de perverso, aplicada a él y a su arte parecieron tanto a Schiele como a Roessler de la suficiente relevancia.

Podemos ver, en efecto, que su encarcelamiento supuso
la composición de varias acuarelas, de entre las que se pueden destacar las tres primeras mostradas en el libro, aquellas que reflejan cómo era su celda. Éstas acuarelas y dibujos eran conocidos sin duda por Roessler, ya que sistemáticamente incluye alguna entrada explícita en el diario: "Acabo de pintar el sitio donde duermo. En medio del gris mugroso de las mantas, una naranja radiante que me trajo V., la única emanación de luz en este espacio. Esa pequeña mancha de color me procura una indecible sensación de bienestar".

Aún cabe añadir algo al epílogo y es que Roessler fue en
relación con la obra de Schiele algo más importante que un simple defensor y promotor del joven artista. Fue él quien animó al pintor
de Tulln a abordar la realización de paisajes, con un resultado excepcional, retomando el espíritu del arte gótico, la intensidad
de los paisajes de Van Gogh y la desolada belleza de los de Hodler. Unos paisajes que son similares al imaginario de George TrakI: "Hay un campo de rastrojos donde cae una lluvia negra. / Hay un árbol pardo que está allí solo. / Hay un viento silbante girando entre chozas vacías. / Qué triste es esta tarde".


 

 


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