>Estas tres experiencias fundacionales narradas en primera persona y que tienen tanto de autobiográfico como de ficción nos llevan al Buenos Aires de los años noventa, a la intimidad de la vida privada que no sale como uno espera, al diálogo interior con que se afrontan lo innombrable y lo inasible. Tres textos sutiles no exentos de humor y que destilan vida.

Sobre Mi libro enterrado se ha dicho:
«Un texto de una precisa fuerza lírica que conmueve en unas pocas páginas.»
Fernando Krapp, Página/12

«Un libro conmovedor no sólo por los hechos que narra -por enfrentarse a la muerte del padre; a su enfermedad; a verlo en su departamento, tirado en el piso, rodeado de botellas vacías, inconsciente-, sino por encontrar una voz propia, capaz de narrar esa miseria con una legibilidad encomiable.»
Diego Zúñiga

Sobre El invierno con mi generación se ha dicho:
«Hijo de Héctor Libertella y de una poeta brillante como es Tamara Kamenszain, Mauro estuvo expuesto desde siempre a la posibilidad de la escritura. Los que crecimos en casas sin libros tendemos a idealizar a las familias literarias. Pero qué difícil debe ser continuar a los padres de esta manera en que incluso contradecirlos es aceptarlos.»
Alejandro Zambra

«La capacidad de tocarnos de esta escritura tranquila e intensa es asombrosa, pienso en uno de esos ríos que van correntosos y parejos y parecen una cinta transportadora hecha de agua o una tela apenas ondulada por el viento.»
Rosario Bléfari