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Reseña: HIJOS DE LA NOCHE

HIJOS DE LA NOCHE
(Santiago López-Petit, Bartzelona, Bellaterra, 2014)

En la mesa de novedades de la librería hay decenas de libros. Sin embargo, hay uno que no se deja tener por la mesa, que no cabe en sí mismo. Su tapa palpita, ¡hay tanta tensión en él! Se trata de Hijos de la noche de Santi López-Petit. La editorial lo presenta en su colección de narrativa, pero en él no hay nada de ficción.
Al tocarlo, abrirlo y desplegarlo da calambre. Como si tuviera electricidad estática. No permite la clásica relación lector-texto, dos elementos entre los que hay una separación de seguridad. Interpela constantemente, y a veces, duele.

Me he propuesto recomponer, con mis herramientas, algunas de las figuras que aparecen en el libro.

* La primera de ellas es la irrupción de LO UNILATERAL. La fuga de la dialéctica, la insumisión a lo Absoluto, la renuncia a una diplomacia mediocre que de tanto limar las aristas desperfila toda figura. Lo unilateral lleva en sí el peligro de toda exposición, pero también la potencia de la creación de verdad. Y por eso es radical.
Hijos de la noche es un texto radical, situado, que parte de la unilateralidad del dolor y de la enfermedad vividos pero sabiendo que la experiencia individual no tendría el mínimo valor si no fuera una declinación posible de un problema compartido. Avisa: «como se puede ver, no hablo de mí […] presiento que lo que me pasa no es tan distinto de lo que a mucha gente le sucede».

* En segundo lugar, si lo unilateral marca un punto, el texto lo fuerza, lo saca de sí; lo liga a un vector. Ese vector es la POLITIZACIÓN del malestar. La experiencia de la enfermedad se constituye en anomalía, recuperando su dimensión existencial y convirtiéndose así en sabotaje. Contra la realidad-capitalismo y contra la Vida como movilización global, una anomalía que quiere vivir. Aquí se perfila una ética que da paso a la política, o mejor, que hace con ella una máquina de guerra.

* Pero el movimiento que inaugura el vector de la politización requiere una explicación. Sería muy fácil hablar de objetivos, de fines, de utopías y de llamadas; sin embargo, lo que tenemos delante es algo muy distinto. Se trata de una especie de «hay que» que no parte de un «deber ser» sino de un despliegue interno. En el libro se enunciará de diferentes maneras, cuando se habla de atravesar la noche, o cuando se menciona la extraña alegría de una vida política, de una vida orientada hacia la lucha. Diferentes formas de explicar algo que podemos llamar la necesidad de EFICACIA.

* Por último, además de todo esto, bajo el texto hay una constante y valiente lucha para hacer frente a todo tipo de trampas. Una de ellas, no sé si la más importante, es la trampa de la estética, que abre bifurcaciones y vías muertas en el camino que unía ética (ethos) y política. La crítica del pensamiento trágico-romántico es despiadada y desgarradora. Nos apaga la música, interrumpe la seducción del lenguaje, nos expone realmente a la intemperie de nuestros propios conceptos y sus mentiras. Y ese tránsito, difícil, pasa por un ejercicio de honestidad que comienza describiendo la fea derrota vivida (no la narrada por el romántico sino la experimentada en carnes por el derrotado) y termina por una valiente crítica al nihilismo. Un nihilismo que «nos aporta la seguridad de lo irrebatible. Basta ya». Porque un obstáculo «puede ser perfectamente un refugio cómodo en el que ir en zapatillas».

Todo ello dentro de un texto afilado, difícil, que corta. Que fuerza el lenguaje y los conceptos, que juega con su seducción pero también la enfrenta, y que se mide constantemente con la necesidad y la imposibilidad de decir lo indecible, en sus diferentes versiones y escenarios. Un libro-arma-pensamiento que nos aborda y no nos deja tras terminarlo.

Imanol Miramón



Libro recomendado:

Hijos de la noche

Hijos de la noche

17,00 €

Disponible


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