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Reseña a «La danza de las luciérnagas» en KAOS EN LA RED

Mundo-frontera, cuerpos-frontera
Publicado el 3 de enero de 2025
Por Iñaki Urdanibia

«Se trata de pensar las realidades específicas que se abren con lo fronterizo, el horror que destilan, las geografías que abren, los cuerpos que las sufren y el modo en que hemos asumido vivir con todo ello, integrándolo en nuestro paisaje ético-político […]. Desde ahí me acerco a la frontera, a lo que pasa en la geografía fronteriza que recorre el mundo, a ese mundo-frontera que produce cuerpos-frontera»
Ignacio Mendiola

«Vuelven con el crepúsculo a buscar la vida»
W.G.Sebald, Los emigrados

«Los migrantes serían nuestros propios seres que regresan (revenants). No vienen solamente de otros lados, vienen también de antes: como si fueran los testigos de nuestro reprimido secular, comenzando por esta larga historia colonial occidental de cuya política no sabe demasiado qué hacer»
Georges Didi-Huberman, Gestes critiques

A Ignacio Mendiola Gonzalo (Santurtzi, 1970), profesor del Departamento de Sociología de la Universidad del País Vasco, le atrapa la frontera, según confiesa, y a ellas se acerca para realizar un trabajo de campo, y comprobar sur place las redes del poder en acto; ya anteriormente había tratado del tema (https://kaosenlared.net/saber-poder-cinegetico/). En esta ocasión se acerca a la frontera que le pilla más cerca de su lugar de residencia, en su «La danza de las luciérnagas. Vivir, pasar y morir en la frontera del Bidasoa», editada por la iruindarra Katakrak Liburuak. Nada que ver, como se puede ver sólo con leer el título del libro, con la óptica positiva que algunos han solido dar sobre lo fronterizo y me vienen a la mente un par de casos paradigmáticos: por una parte, el magnífico discurso académico de José Luis Sampedro en donde elogiaba la frontera como lugar desde el que se ve el otro lado y a los que allá habitan, a pesar de la supuesta diferencia que los desune, nada digamos del ser fronterizo Michel Warchawski, empeñado en crear nexos de unión entre judíos y palestinos…hallando como lugar privilegiado para el contacto las mugas que balizan – de manera impuesta- las diferencias decididas por distintas instancias clasificadoras. Nada que ver como digo, la aproximación que leva a cabo Mendiola, que se refiere a a frontera como lugar de control, discriminación, rechazo del migrante, que en el caso presentado reviste un claro contenido racista, si en cuenta se tiene a quién se dirigen las pesquisas en los pasos fonterizos.

Pues bien, Ignacio Mendiola ha pateado, es un decir, los lugares por los que se dan los controles policiales y el vagar, en su intento por pasar la muga, de esos seres superfluos de los que hablase Hannah Arendt; así ha frecuentado las dos riberas del río nombrado, los puentes en los que se sitúan los controles fronterizos, el de Santiago y el de Behobia, Irun, Hendaia, Biriatu, el col de Ibardin, los rincones por los que anduvieron otros resistentes de la red Comète, allá por los cuarenta, hasta Endarlatza, Urruña, Baiona…y si algunas de las localidades nombradas no se ubican exactamente en la línea fronteriza, en la muga, ello se debe a que la frontera amplía sus límites a localidades cercanas en las que danzan los que pasan o han pasado ya. Ha de añadirse a lo dicho que los seres de los que se habla, llevan inscrita la frontera en el cuerpo, convertidos en cuerpos-frontera, tras haber pasado ya alguna, que les ha traído de sus países; cuerpos marcados, forjados, por los peligros de los pasos, por los dineros entregados para ello, bregados en la esquiva…en ese mundo convertido en mundo-frontera.

En los lugares nombrados ha entrevistado a gente implicada, de uno u otro modo, en el asunto del que se trata: así, activistas que se dedican a la acogida y ayuda de los migrantes (Irungo Harrera Sarea, Bidasoa Etorkinekin), vecinos conocedores del tema, miembros de diferentes corporaciones municipales de ambos lados de la frontera que separa Ipar Euskalerria y Hego-Euskalerria, el norte y el sur del País Vasco, al igual que con personas de otras instituciones y organismos como el Gobierno Vasco o la Cimade o Anafé. La policía, no sabe, no contesta…se limita a llevar a cabo su nefasto trabajo. Por medio de todas estas conversaciones, y prestándoles la voz, conocemos que antes del deseado paso, hay quienes se dedican a acogerles, en Irun un centro de la Cruz Roja, en el que, si se cumplen ciertos requisitos, se les brinda la ocasión de pasar tres días, condiciones que también se exigen a quienes logran pasar el Bidasoa, en un centro instalado en Baiona. Así pues, hay un antes y un después, y en medio el peligroso, engañoso, río que sirve de línea fronteriza y que hace que la vida de quienes pretendan pasarlo a nado, corra serios peligros; nueve (9) vidas han quedado en dichas aguas, a los que puede aplicarse aquello que dijese Barbara Cassin: en su texto Hier, c´était mieux demain: «hay millares de Ulises muertos en el Mediterráneo, porque nadie sabe quién puede acoger, ni cómo, porque la guerra y sus muertos indistintos únicamente por su atrocidades están por todas partes…» (de inmediato algún colega del filósofo de la camisa blanca, como con sorna le llamase Jorge Semprún, refiriéndose a Bernard-Henri Lévy, salió al paso, en La Règle du jeu, para llamar demagoga a la mujer). Seres que se aventuran con el fin de vivir menos mal, arriesgando su vida para intentar convertirla en algo que merezca la pena.

Mendiola pone fechas al amplio despliegue policial y militar, que en 2018 puso en marcha el Estado francés, con el pretexto de la lucha contra el terrorismo, medidas que se han mantenido, de manera intermitente, con la instalación permanente de casetas (containers) en los puentes internacionales nombrados y las patrullas contantes en las estaciones de Hendaia, el topo y la de los ferrocarriles franceses (SNCF)…presencia policial y militar, que hace que en algunas zonas del norte los uniformados armados se hayan convertido en moneda corriente. Es el control, que a la vez sirve para sembrar el miedo y disuadir el paso y su apoyo.

Y junto a los que tratan de pasar, los que de un modo u otros les ayudan, mostrando solidaridad y jugándosela ya que la ley les puede imponer severas penas por su labor, muestras de solidaria hospitalidad tiene su contrapartida en el comportamiento de algunos desalmados que a cambio de dinero engañan a los migrantes. En el recorrido sin respiro que entrega Ignacio Mendiola, se ofrece información, con pelos y señales, del estado de cosas, mirándose también a otros horizontes en los que las vallas, los campos de internamiento, son implantados para la caza de quienes buscan una vida menos cruel…las razones esgrimidas para la inhospitalidad, por emplear el término usado por Jacob Rogozinski (https://kaosenlared.net/a-favor-de-la-hospitalidad/ ), es el terrorismo, la delincuencia, y…la invasión. Y frente a tales falaces milongas la destacada ejemplaridad humana plasmada en «gestos mínimos que se entrecruzan desde el inicio: acercarse, ofrecer ayuda, acoger, llevar a sitios en los que se puede dormir, compartir conocimientos, dar paso, arropar [formando] un entramado móvil por los que transitan las personas migrantes que llegan, que están, que se van. Coreografía móvil de una danza…».

Concluiré aludiendo al título del libro, que toma pie en el cambio de óptica que Georges Didi-Huberman sometiese al desencanto mostrado por Pier Paolo Pasolini en un célebre texto de 1975, en el que hablaba de la desaparición de las luciérnagas, provocada por las garras del poder; en su Supervivencia de las luciérnagas, el pensador francés, al incidir en que tal supuesta desaparición es debida a que quienes la postulan no se hallan en buena posición de observación; leo «y, ante todo, ¿han desaparecido verdaderamente las luciérnagas? ¿Han desaparecido todas? ¿Emiten aún -pero ¿dónde?- sus maravillosas señales intermitentes? ¿Todavía en alguna parte se buscan entre sí, se hablan, se aman, pese a todo, pese al todo de la máquina, pese a la noche oscura, pese a los reflectores feroces?» …Mendiola ha visto las luces, de resistencia, que desprende «esta danza de luciérnagas que quieren abrir espacios y tiempos humanizados», a ambos lados del Bidasoa.

No me resisto, por otra parte, a enviar a un texto del nombrado Didi-Huberman, que es citado por Mendiola y que viene como anillo al dedo al caso: Pasar, cueste lo que cueste (https://kaosenlared.net/unos-espectros-recorren-europa/ )en donde hay un poema absolutamente encomiable, que se titula del mismo modo que el comentario, que puede leerse en el enlace que acabo de incluir.

Pasan y volverán a pasar -y ahora sí termino, que parece que me cuesta- ya que «los ríos impasibles / Continuarán corriendo hacia el mar, / O a desbordar, devastando las riberas […], / La mar continuará batiendo. / Cautiva, entre los continentes», que dijese Primo Levi.

Por Iñaki Urdanibia para Kaosenlared



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