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Reseña: LA MALDICIÓN GITANA

LA MALDICIÓN GITANA
Harry Crews, Dirty Works, 2017 Barcelona

Dirty Works nos acaba de hacer llegar una de las novelas clave de Harry Crews. Una joya. Su protagonista, Marvin Molar, es sordomudo y no tiene piernas. Vive en un gimnasio rodeado de un elenco de tarados. Tarados que te acompañan en la lectura del libro haciéndote sentir empatía y asco a la vez. Y mucho vértigo.

Kiko Amat viene a decir en el prólogo que los personajes de Harry Crews, los freaks que pueblan sus novelas, destilan cierta pureza porque no tienen ningún compromiso con las buenas formas ni el buen gusto. Porque saben que la realidad es, en sí misma, deforme y cruel, y no le deben nada más que dolor y sufrimiento. Sin embargo, podríamos ir más allá. Los freaks de Harry Crews no solo son puros, sinceros, directos. Son una versión de nosotros mismos. Es a nosotros a quienes se nos pone en cuestión en el libro.

La maldición gitana no es un recorrido excéntrico por los márgenes que te permita disfrutar de lo raro, de lo amorfo. No es un paseo por las sombras de nuestro mundo que pretenda deleitar a quien está leyendo, su gracia no está en ese disfrute acomodado. Lo interesante, más bien, no es ese placer de la lectura, que existe sin duda, sino el golpe que lo acompaña. Porque no se trata de una gente rara que vive en la cara B del mundo; se trata de ti, lector/a.

El libro está poblado de personajes límite, auténticos forzudos que aguantan el peso de una realidad implacable. Personajes heroicos con los que empatizas desde la primera página al tiempo que detestas cuando reconoces en su bajeza algo que has visto alguna vez en tu espejo. Porque el libro, en sí, es un espejo de nuestro mundo. Su deformidad es un recurso para mostrarnos con crudeza la propia realidad.

No es casual que el libro no pase ni por asomo el test de Bechdel. Os lo recuerdo; es un test que se suele aplicar al cine, y que consiste en tres simples preguntas: 1. En la película salen al menos dos mujeres. 2. Dichas mujeres se hablan la una a la otra en algún momento. 3. Dicha conversación tiene que tratar de algo más que no sea un hombre. Como sabréis, muy pocas películas superan la prueba. La maldición gitana se queda lejos de superarla. Muy lejos. Sin embargo, su juego no es la reproducción acomodada de los estereotipos, base del mainstream cultural, sino más bien todo lo contrario. Convierte en bizarros todos los iconos de lo masculino; la fuerza, la violencia, la imposibilidad para comunicarse, la homosocialidad masculina exacerbada... Son características tan comunes del mundo en que vivimos que mostrarlas en este espejo deformado es algo que golpea a quien lo lee. No embalsama, sino que provoca lo contrario, interpela, hace pensar. Quizás sea esa la única función interesante de la buena literatura.

Imanol Miramón



Libro recomendado:

La maldición gitana

La maldición gitana

19,00 €

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