Un solete
Lunes 02 de Septiembre
A primera vista podría parecer un pueblo perdido de Yoknapatawpha, el ficticio condado faulkneriano de Misisipi, pero no, Money (Dinero) es una localidad real de este estado sureño de Estados Unidos. Justo donde en 1955 aconteció el terrible linchamiento de Emmett Till, un adolescente afroamericano por supuestamente coquetear con una mujer blanca…
Percival Everett (Georgia, 1957), escritor afroamericano de corte satírico, sitúa aquí su peculiar noir de gótico sureño, Los árboles (De Conatus, 2023). La vida apacible de Money se ve alterada por una serie de extraños asesinatos de algunos vecinos, controvertidos pilares de la comunidad, degollados con alambre de espino en sus propias casas y cuyas partes nobles han sido arrancadas por cadáveres de ‘negros’, los cuales, a su vez, desaparecen misteriosamente… ¿Una novela de zombis a lo Max Brooks? En absoluto: una crítica descacharrante del racismo todavía vigente en Estados Unidos en la que circulan sheriffs incompetentes, irónicos agentes de color, brujas académicas, camareras terroristas y una variopinta colección de ejemplares de la Paletolandia norteamericana, afiliada al Ku Klux Klan y votante de Trump.
La delirante venganza contra los responsables y herederos de aquel linchamiento se convierte en un postrero acto de justicia poética, que contagia misteriosamente a todo el país, en un remedo zombi de la guerra racial que tanto ansía la ultraderecha conspiranoica. No obstante, lo mejor de la novela es el triunfo, más que del odio y el rencor, de una gran carcajada liberadora contra la estupidez universal. Como si, bajo la admonición del gran chef Mark Twain, la sorna irreverente del clásico sureño Erskine Caldwell se hubiera aderezado con el grotesco guiñol de Harry Crews y ese nutritivo estofado red neck lo hubiera cocinado Easy Rawlins, el mordaz detective afroamericano de Walter Mosley. Una centena de breves escenas, con diálogos en plan buddy movie pero con puro vitriolo dentro, componen esta sátira definitiva sobre el racismo, finalista del Booker Prize, que ha conquistado a una inmensa minoría de lectores concienciados no precisamente woke.
En plena ola del Black Lives Matter, tras el asesinato de George Floyd, la novela propone unos ‘hechos alternativos’ (¡a los hechos alternativos del universo paralelo de MAGA!), en línea con recientes atisbos ucrónicos hollywoodienses. Tan sangrienta y loca como Erase una vez en Hollywood de Tarantino y tan molona como Infiltrado en el KKKlan de Spike Lee y, desde luego, en el fondo, más real(ista) que la reciente Till, el crimen que lo cambió todo, el aseado biopic de Chinonye Chukwu sobre el caso.
¿Pero de dónde viene este arrebato zombi de aliento cinéfilo? Obviamente de la lectura golémica y racializada del cine de George A. Romero, como si el malogrado héroe negro de La noche de los muertos vivientes hubiese resucitado para dar estopa a los blanquitos supremacistas. No obstante, su delirio deliciosamente político puede rastrearse ya en 1919 en la escena de la marcha de los muertos de la película muda antibelicista Yo acuso de Abel Gance que luego versionó con más colmillo humorístico Joe Dante en El ejército de los muertos. Cuando nada ni nadie puede remediar la injusticia solo los muertos pueden (simbólicamente) vengarnos: una especie de Santa Compaña o Cacería salvaje sureña de almas en pena anunciando el fin de los tiempos…
La novela pasa de policiaco bizarro a distopía zombificante sin despeinarse, dejando un tanto desconcertado al lector, pero no hay que asustarse, gracias a su humor negro y salvaje, todo fluye. Aunque más de uno se preguntará, resonando Theodor Adorno o Claude Lanzmann, si del ‘Holocausto negro’ está permitido reírse…
Fuera, a lo lejos, a través del aire nocturno, les llegó el grito lejano: Levantaos, Levantaos.
-¿Queréis que le haga parar?
Si estás a punto de leer un sesudo ensayo decolonial sobre el racismo norteamericano de algún ignoto departamento universitario, aparca un momento tan arduo menester y hazte antes con un ejemplar de Los árboles. Lo entenderás mucho mejor y además disfrutarás de lo lindo…
Jon Artza