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Miércoles 09 de Octubre
Racismo, colonialismo, neoliberalismo
Publicado el 31 de julio de 2024 / Por Iñaki Urdanibia
Hay ensayos bien estructurados, bien ordenados en lo que se refiere a la exposición de sus argumentos, que se van entrelazando de manera dosificada, paso a paso, cumpliendo, en cierto sentido, aquello que afirmase Robert Musil de que en una ascensión lo importante es el pie de atrás, ya que éste sirve de apoyo para poder avanzar de manera exitosa, alcanzando con seguridad nuevas cotas. Es lo que ocurre con el libro de contundente título, «Qué es el antirracismo y por qué significa anticapitalismo» de Arun Kundnani (Londres, 1971), editado por Katakrak Liburuak.
El libro muestra los lazos que se dan entre los tres polos que constan en el título de este comentario a la vez que va dejando claramente expuesta la capacidad de adaptarse de la que hace gala el racismo, que cambia de careta según la situación, con el fin de hacer pasar con mayor facilidad su envenenada mercancía [desde las clasificaciones en cinco razas -blancos, amarillos, cobrizos, negro y colorado- y las supuestas bases científicas constatadas siguiendo medidas antropométricas, forma craneal y otras yerbas, a las discriminaciones raciales (?) actuales; por el color de la piel -blanco-negro- y la pertenencia real o supuesta a una religión: islamofobia]. Varios son los asuntos que van quedando aclarados al paso de las páginas: la nombrada capacidad adaptativa del racismo, el carácter sistémico de éste, consagrado por diferentes leyes y jurisdicciones, no siendo una cuestión de orden individual o emocional sino que se filtra en la colectividad, ya que en la base de la acumulación capitalista, el reclutamiento de mano de obra no ya barata sino esclava hunde sus más profundas raíces en el colonialismo, para lo que por otra parte cumple el requisito de considerar a los colonizados como seres inferiores hasta la animalidad, lo que justifica el trato infame que se les da; esto último queda claro a lo largo de la historia y hay casos concretos en que tal operación clama al cielo en su deslumbrante claridad: véanse las reiteradas declaraciones, y los hechos que las acompañan, de diferentes dirigentes sionistas, del gobierno israelí, con respecto a los palestinos que hace que se les trate como se merecen los perros rabiosos (sic), sin recurrir a las descripciones de Primo Levi acerca de este asunto en el universo concentracionario (me viene a la mente aquella escena que describe en su Si esto es un hombre, en la que arrojando peladuras de patatas al suelo y disputándoselas los detenidos, la risa de los familiares de los jerifaltes nazis…aquella escena para los elegantes observadores era la palmaria confirmación de que los judíos, y otros encerrados, eran animales), a esta animalización, que señalo, se ha de sumar la pretendida labor civilizadora que los invasores dicen, ofrecer a los pobres salvajes, y por supuesto incultos. Va salpicando, a través de la travesía, la aplicación de dos varas, que hace que unas vidas no valgan nada, ni dignas de ser contabilizadas, mientras otras, las de quienes pertenecen a la raza de señores, son contabilizadas con mimo; con aplicación también a otros campos como el de la violencia que en unos casos es terrorismo y en otros derecho a defenderse, evítese hablar de terrorismo de Estado.
Cuando afirmo, líneas arriba, que Arun Kundnani avanza paso a paso, no se ha de entender que se haya de esperar para que el discurso tome marcha, ya que desde las primeras páginas la potencia se va adueñando de las páginas, hasta el punto de ofrecer alguna afirmación que puede resultar estridente: la negación de la excepcionalidad del nazismo, sacando a relucir estrategias de exterminación y cifras que las avalan, equiparando, propias de las tropelías colonialistas…la locura geométrica de la que hablase Primo Levi, que otorgaba singularidad a la fabricación de cadáveres de las que hablase Hannah Arendt, no han de ser consideradas, según el autor, como un puesto de privilegio en el siniestro hit-parade del asesinato al por mayor. Me viene a la cabeza aquel magistral análisis de Enzo Traverso sobre los orígenes de la violencia nazi y su genealogía europea.
En los trece capítulos de que consta el libro, se van entregando casos de tropelías varias, aportando al tiempo diferentes nombres propios de personajes que van entrando en escena y de los que se ofrecen medidas pinceladas acerca de sus vidas y actividades. Van apareciendo las distintas geografías de la infamia: la holandesa Vught que de campo de concentración pasó a convertirse con el paso del tiempo en museo de la Soah y en cárcel, somos llevados a las prisiones de EEUU, de San Quintín a Marion, y se subrayan los experimentos con los presos, cual cobayas, para anularles en vida en una nueva forma de muerte, que supone el aislamiento, y su aplicación en las cárceles supermax estadounidenses en que la inmensa mayoría son extremistas, o rebeldes, negros o árabes. Se pasa a mostrar la definición de extremistas consagradas por los Estados, con especial énfasis en los seres humanos musulmanes, a quienes por otra parte se aplica la práctica de distingue y vencerás, entre moderados y extremistas, como en otros lares se puso a trabajar a especialistas varios para crear distinciones entre iguales o parecidos (el caso del impresentable rey belga Leopoldo es paradigmático: tutsis y hutus). Vemos la brutalidad del colonialismo británico en pleno funcionamiento en la India, y el papel racista y abominable del idolatrado Churchill, con alguna joya de Tony Blair, con respecto a la invasión de Iraq, que consideraba, en la línea de algunos plumíferos que los valores que tenían en aquellos lares, no eran apropiados para instalar los sistemas productivos occidentales, lo que significaba que solamente la guerra y la destrucción podía crear un escenario propicio para implantar los valores guays, los del capital. Se ofrecen otras visiones como la de uno de los presos de Vught, Anton de Kom, revolucionario negro que se rebelaba y llamaba a rebelarse ante el racismo dominante.
Se presentan diferentes posturas propias de la visión del neo-liberalismo con respecto al racismo, reduciéndolo a posturas individuales y emocionales, hurtando así el carácter estructural del racismo, legalizado por los Estados; asistimos a la fecha en que la palabra “racismo” apareció en textos académicos, y ciertas concesiones que proponían que había que respetar otras culturas y no solamente la propia Cultura. Jugando un papel destacado, en la edulcoración, Du Bois, Ruth Benedith o Myrdal, y mientras en Europa y Estados Unidos se asentaban tales posiciones, en los países colonizados surgían otras voces que veían las cosas de una manera diametralmente distinta. Queda constancia, en algunos de los casos presentados, que el autor tiene relación directa, familiar, con algunos de los detenidos en el campo holandés antes nombrado; aspecto que se repite en el caso de la India en donde su padre se implicó en la lucha contra el yugo británico. En la India un militar de nombre sir Charles Naper, de quien se facilita la foto, al igual que sucede con otros personajes nombrados en el libro, seguía la táctica de provocar a los gobiernos locales y en cuanto estos respondían, pasaba a aniquilarlos lisa y llanamente. Aducían los británicos su alta cultura y su labor civilizadora frente a la mentalidad autóctona que era pura irracionalidad. Una vez más se ve el divide/distingue y vencerás, y así donde había uno surgen dos: Pakistán musulmán, e India hindú.
Más adelante le toca el turno al marxismo, en cuyo texto fundacional, el Manifiesto, se veía una posición netamente eurocéntrica, además de que, en cierta medida, se señalaba el sistema productivo industrial, y sus correspondientes clases – burguesía y proletariado- como condición sine que para la revolución. Congresos socialistas en los que las intervenciones de la inmensa mayoría de los delegados defienden la visión colonialista…el derecho y el deber de robar y civilizar a los pobrecillos atrasados, prestándose atención a un asunto de importancia: la sobre-explotación de las colonias suponían ventajas, y menos explotación para los trabajadores de la metrópolis, participando éstos de los beneficios obtenidos, originado una aristocracia obrera…Lenin se ocupó de la cuestión colonial, siendo confrontadas sus posturas con las de Roy, que defendía una vía que no tenía que seguir el esquema occidental en lo que hace a la producción y las clases en litigio, y esta nueva visión fue calando en el seno de los colonizados y racializados, jugando un papel relevante C.L.R. James, tomando como base el caso de Kenia, en el asentamiento de la teoría del racismo como asunto estructural, en vez de la panoplia emocional y otros trucos manipuladores. Con esos mimbres brotan las teorías de revolución negra y los nombres señeros de esa vía se van acumulando, sumándose a algunos de los ya nombrados: Aimé Césaire, Frantz Fanon, Toussaint L´Ouverture, Marcus Garvey, Kwame Nkrumah, Claudia Jones, Martin Luther King Jr., Cocetta Scott King, Jamil Al-Amin, Cedric Robinson, Stuart Hall, A. Sivanadan…proponiendo ideas de antirracismo al calor de las luchas, mostrando la confluencia de la lucha de clases y la lucha antirracista, quedando claro como el agua cristalina que la suma es mejor que la resta.
La visita que se nos ofrece a las voces nuevas de los colonizados frente a los paños calientes de algunos melifluos defensores del colonialismo y de una posturas pretendidamente contra el racismo, light y falaces, y los objetivos coincidentes de las voces mentadas en lucha por la liberación del Sur frente al prepotente Norte, suministrando el primero, para quienes son capaces de llegar arriesgando su vida, una mano de obra barata, prácticamente gratis, al empresariado del Norte, debiendo enfrentarse a los estereotipos que en torno a ellos se extienden: vienen a robar, son delincuentes, son parásitos que viven de las prestaciones sociales, etc., a lo que se ha de añadir que el Sur se convierte en almacén de materias primas usurpadas por el morro por los civilizados del Norte que saben qué hacer con esas riquezas, ante la inutilidad (?) para los incultos nativos, indígenas ellos.
Tras las piezas del andamiaje que se va montando, y que he nombrado someramente, se levanta en los capítulos siguientes diferentes y detallados, análisis sobre el anticapitalismo, el capitalismo racial, las fronteras montadas por el neoliberalismo, la explotación de las colonias por las metrópolis como reproducción de la lucha de clases en la propia metrópolis, que de burgueses-proletarios se desliza a metrópolis-Tercer Mundo, el traslado de las relaciones de opresión y marginación de los colonizados al ámbito urbano metropolitano, etc., etc., etc., aumentando las situaciones, geografías, teorías y nombres propios, opresiones, abiertas y enmascaradas, y luchas de respuesta, abriéndose cual fructífera y rizomática crisálida, pero… todo no se puede decir, además de ser en dos palabras: im posible, y no quisiera caer en lo narrado por Jorge Luis Borges en su Del rigor de la ciencia, creando un mapa de tamaño natural, y… quien quiera conocer con más detalles los argumentos del libro, lo tiene fácil: comprárselo y leerlo, lográndose así dos ventajas al menos: saber más al respecto abriéndose a nuevos horizontes, nuevas miradas, y hacer felices a los activos y dinámicos libreros / editores iruindarras.
Por Iñaki Urdanibia para Kaosenlared