Un solete
Lunes 02 de Septiembre
«Me puse a escribir para no ser escrito por los míos»
Sin concesiones. Así podría titularse este libro si no hubiese cierta hermosura en este desnudarse ante la historia familiar. Análisis sin concesiones, pero con una ternura no exenta de dureza que nos golpea. Y nos incómoda. Mucho. Tal ejercicio de honradez intelectual nos apabulla. Este es un testimonio enorme, de una lucidez brillante.
Pascal Bruckner es un escritor en francés de origen franco-alemán. Polémico, disidente, incómodo. Muchos epítetos lo definen, pero en este texto se disecciona (en especial a su padre) con perturbadora belleza. La traducción es de Lluís Maria Todó y está rematada con la siempre cuidada edición de Impedimenta.
Ahora al meollo. Libro escrito como memoria autobiográfica de su niñez y adolescencia en una familia compleja. Descubre en este recorrido los motivos que le llevaron a escribir. El ansia de libertad. De no estar sujeto a una vida gris de funcionario. Bruckner quiere volar a través de la escritura. «Para mí, escribir siempre ha sido inseparable de un arte de vivir: el estilo ante todo, una estética de la existencia, gozar de las pequeñas cosas, albergar la esperanza de que las grandes son posibles» (p. 128).
Y también es un lector voraz «en los libros aprendí la gramática de la libertad (…) Los libros no me han decepcionado jamás; he leído muchos que eran malos, pero muchísimos que eran muy buenos. Incluso hoy en día compro libros cada semana, feliz al comprobar su exuberancia, su proliferación, aun sabiendo que no me bastarían cien vidas para leerlos todos» (p. 110).
Leed este libro con la seguridad de que saldréis damnificados, pero un poco mejores.
«He dedicado mi vida a los libros, tal vez en detrimento de las personas»
«Servidor de un culto en vías de extinción, el del libro, en una época en que la ignorancia se ha vuelto militante»
«Escribir es encerrarse. El despacho es una prisión que nos abre las puertas de la libertad»
Palabra de Bruckner. Uno de los nuestros.
Eduardo Irujo