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«Sound system» en INDIENAUTA

Sound system, Dave Randall (Katakrak, 2018)

Autor: Raül Jiménez | @Bloodbuzzedtwit

En los tiempos oscuros, ¿se cantará también entonces?
También entonces se ha de cantar.
Sobre los tiempos oscuros.
Fragmento del poema «Motto» de Bertolt Brecht

La primera reseña de 2019 versa sobre uno de los temas predilectos de quien escribe. Se trata de Sound system. El poder político de la música, a cargo del músico —guitarrista de Faithless, Sinead O’Connor o Dido— y activista británico Dave Randall, que nos llega de la mano de la inquieta y comprometida editorial navarra Katakrak. Un ensayo ameno y reivindicativo sobre el papel —y el valor— sociopolítico de la música, en un momento, pleno comeback de la extrema derecha más rancia, censura y persecución a libros o al humor políticamente incorrecto, y mercadotecnia zafia «acuñando» términos supuestamente culturales tipo «The New Normal» absolutamente vacuos, en la que ésta se antoja más necesaria que nunca.

Fruto tanto del interés personal como de la experiencia vital del propio Randall —su carrera como músico le ha permitido recorrer el mundo y formar parte de diversas campañas y colectivos pro derechos humanos, de solidaridad con Palestina, o contra la guerra y la xenofobia—, Sound system no pretende convertirse ni en un manifiesto —el capítulo once es un ideario— ni un manual. Su voluntad de lectura ligera —no os asustéis cuando se las vea con el filósofo alemán Adorno, tiene sentido— y, sobre todo, abierta, preside siempre el ensayo, en realidad configurado como un recorrido somero y vivo a través de la historia, lugares, acontecimientos y ejemplos de distinta índole, en los que la música ha sido vanguardia y amplificador de las convulsiones sociales. O, muy al contrario, un valioso instrumento al servicio de los más poderosos.

En un encomiable intento de no «encorsetar» su trabajo al mundo occidental —una de las limitaciones más habituales en el ensayo musical— y ofrecer el panorama más amplio posible, en Sound system Randall va de la Primavera Árabe a Glastonbury, del Live Aid al carnaval de Trinidad, de Beyoncé en la Super Bowl al Apartheid sudafricano… A través de ellos, el británico nos habla de las «bandas sonoras» de los alzamientos populares y las represiones gubernamentales. De canciones y artistas decididos a contribuir a movimientos sociales como el feminismo o el Black Lives Matter, pero también de cómo algunos miembros del star system musical se suman oportunistamente al carro arrogándose un liderazgo más que discutible, a la vez que la industria ve la ocasión de sacar tajada. Pero aún hay más…

Porque la obra asimismo desgrana cómo un tema puede adquirir un uso político inesperado, más allá de su letra o los deseos de su autor al crearlo, o cuando las élites intentan apropiárselo —el sempiterno caso de las canciones en campaña electoral—, con ejemplos que van de los Kinks hasta el mismísimo Beethoven. Y, también, de una trayectoria personal de coherencia que le situó en «ojo del huracán» —tras sumarse públicamente al boicot a Israel—, en no pocas ocasiones chocando con los intereses de quienes manejan «el cotarro». La conclusión es clara: la música se encuentra en la encrucijada, siempre en disputa. Vocera del cambio y la protesta, temida por el poder… pero también usada por éste. La disyuntiva es permanente y Sound system logra exponerla en todas sus dimensiones.

Obviamente, la brevedad del libro, con poco más de doscientas páginas, y la diversidad de situaciones comentadas provoca que, en la mayoría de casos tratados, estemos ante poco más que apuntes. Hay más preguntas planteadas que respuestas ofrecidas en Sound system. Pero eso es no sólo lógico sino, sin duda, algo buscado por su autor, decidido a sugerir reflexiones al lector e incitar al debate —también de Nando Cruz en el «energético» prólogo—. Además, la naturalidad y dinamismo del enfoque de Randall, así como el espectro y relevancia de los temas señalados ya son valiosos per se, mostrando con rotundidad al lector como la música ha sido y es un elemento tan trascendente como en permanente conflicto.

Y lo que es todavía más importante, además del epicentro de la conclusión de Sound system, es que es nuestra responsabilidad demandar, defender y disfrutar de una «cultura rebelde», activa y accesible, que sea el envite del neoliberalismo rampante que intenta capitalizarla, en otra extensión más de sus infinitamente avariciosos tentáculos, para estar siempre al servicio del pueblo, de la mayoría, y no ajena a ésta. La «receta» de Dave Randall podría resumirse en creatividad y colectividad —socialismo o barbarie también vale, bravo por él y su ausencia de eufemismos—. Porque, en definitiva, la música, parte capital de la cultura, debería ser «un arma cargada de futuro».



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