El clan Wagner

El clan Wagner

Jonathan Carr

32,00 €

IVA incluido

Disponible

El clan Wagner

ISBN 978-84-7506-873-2
Páginas 508
Año 2009
Editorial Turner
Sección Música / Contracultura

El gran clan familiar que empieza con el compositor Richard Wagner sigue siendo hoy una de las familias más famosas y controvertidas de la historia, tan influyente en las artes como en la política, y un espejo que sirve para relatar la historia de Alemania durante los últimos dos siglos.

En este libro, Carr recoge la historia de celos, avaricia, pasión e intriga de cuatro generaciones, tramando una historia fascinante como la mejor de las óperas, y en la que aparecen como personajes secundarios de la trama familiar compositores como Listz, autores como Nietzsche o Schopenhauer, y por supuesto el Tercer Reich con Hitler a la cabeza y...

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Goebbels en la sombra.

Tras una larga investigación y entrevistas con los Wagner, Jonathan Carr ha escrito la primera biografía de este extraordinario clan, ilustrada con fotografías originales.





PRINCIPIO DEL LIBRO

Hay en efecto muy pocas pruebas de que Hitler leyera las obras en prosa de Fiagner, aunque sí se tiene la evidencia de que tomó algunas en préstamo de una biblioteca antes de su ascenso al poder, y el fraseo de algunos de sus discursos indica que se había embebido por lo menos del espíritu de El judaísmo en la música. En tal caso, ¿por qué no empleó al Maestro tomándolo más visiblemente por aliado, en especial de su cruzada antisemita? En Mi lucha, por ejemplo, señala que su originaria hostilidad a los judíos estuvo muy en deuda con el ejemplo que dio Karl Lueger, el alcalde antisemita de Ffiena. También ensalza a Goethe por actuar de acuerdo con el espíritu de "la sangre y la razón" al tratar "lo judío" como elemento claramente extranjero. No rinde un homenaje similar al Maestro, y de hecho menciona a Fiagner por su nombre una sola vez en todo el libro (aunque en muchos otros lugares sí se refirió al "Maestro" de Bayreuth).

Ni siquiera cuando Hitler se queja en otro contexto de que permitir la actuación de artistas judíos en Bayreuth era equivalente a una "profanación racial", y asegura que fue esta realidad lo que desbarató su primera visita al festival en 1925, pasa a decir algo así como que "el Maestro, que tan acertadamente denostó a los judíos, tuvo que revolverse en su tumba". Además, para entonces su antisemitismo se había intensificado mucho, seguramente a resultas de las heridas que sufrió, en especial en un ataque con gases, en una guerra que a su entender se había perdido debido a la traición "judeo-marxista". En un espeluznante adelanto de la "solución final", Hitler escribió en Mi lucha que "si en la guerra doce o quince mil de estos hebreos que corrompen todo lo que tocan hubieran sufrido los efectos de los gases venenosos... el sacrificio de millones de hombres en el frente no habría sido en vano." FFI en cambio nunca invocó al Maestro al que idolatraba para que diera testimonio en contra del pueblo que más aborrecía.


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