Ultraviolencia
15,00 €
IVA incluido
No disponible
Ultraviolencia
ISBN | 9788494001970 |
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Páginas | 312 |
Año | 0 |
Editorial | Blackie Books |
Sección | Novela Gráfica / Komikiak |
Unas palabras para la faja
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Hola, soy Miguel Noguera. Me piden que escriba unas palabras para la faja. Creo que está bien empezar con un pequeño discurso para calentar motores. No escribo esto contra mi voluntad. Estoy muy contento de poder disponer de un espacio previo en esta periferia desechable. La editorial no ha tenido que forzarme, en serio, lo hago de buena gana. Aun así, Blackie Books es una editorial oscura. Sus libros funcionan como una especie de pastelito podrido. Cada libro es una nueva trampa, un reclamo siniestro. Mirad si no cómo llaman la atención sus portadas en las librerías. Hay algo sucio en todo esto. Yo sólo digo que tengáis cuidado con estas editoriales tan alegres, no os dejéis engañar, a veces privilegian la forma sobre el fondo; cuidado ahí. La editorial Alianza, por poner un ejemplo, es mucho más seria, con esa colección de bolsillo que editan eternamente: millares de libros muy buenos, libros imprescindibles. Eso sí que es fair play. Pero lo que hacen estos cabrones de Blackie Books no tiene nombre.
En realidad he sacado a relucir la editorial porque quiero explicaros un sueño que tuvo Jan Martí*, el editor jefe. Sé que hablar mal de los editores de tu libro es inapropiado, pero explicar lo que sueñan es dar un paso más, es una aberración muy fina, como un incesto raro. De todos modos, el sueño de Jan Martí contenía un concepto que vale la pena rescatar. En el sueño, unos científicos americanos construían una gran nave espacial con forma esférica. La nave despegaba y resultaba ser más grande que la Tierra misma.
Es imposible, ¿no? Esta imagen hace aguas, no me jodáis. Pero no deja de ser un concepto muy bello: construir en la Tierra una nave más grande que la Tierra.
Cuando la nave ya estaba en el aire, se le desprendían piezas enormes de chapa, grandes como países, y caían sobre la Tierra. Entonces el Estado enviaba un sms masivo a la población en el que informaban que todo estaba perdido e instaban a los habitantes a dormirse: Duérmanse, no tiene sentido vivir esta catástrofe. Es lógico, ¿no? Es lógico que el Estado lance este tipo de mensajes ante una hecatombe. Duérmanse, mejor que esto les pille dormidos. Os juro que esto lo soñó un día el editor jefe**. Pobre loco.
* Jan: Fijaos que este nombre ya opera como uno de los libros que edita. Jan es como un pequeño anzuelo, una seducción imperceptible. Jan, con esa J afilada...
** También me contó que en sus pesadillas la gente tiene la piel pastosa, hecha de paté, y la cara se les desmenuza al acariciarla. Pensad en esto cuando veáis el próximo libro que publiquen, no sé, estableced puentes extraños. Ya os digo que no son tan buena gente.
Miguel Noguera y el Ultrashow
Sí, soy Miguel Noguera. Nací en Gran Canaria en 1979. De los tres a los dieciocho años residí en Mallorca, luego me mudé a Barcelona para estudiar Bellas Artes y me quedé allí, vamos, que ahora vivo en Barcelona, ¿entendéis? No regresé a la isla, fijé mi residencia en Barcelona, y sigo en Barcelona, claro, porque decidí no volver a Mallorca... (ocupar parte de la faja con esta aclaración ridícula).
Desde hace seis años llevo a cabo una especie de monólogo-conferencia llamado Ultrashow, en el que explico mis ideas durante una hora. Las explico una tras otra, sin importar demasiado el orden. En cada Ultrashow caben unas treinta ideas. Algunas se explican con una frase corta, otras requieren varios minutos y en otras me gusto más -Noguera se está gustando-, e introduzco coñitas adicionales de puro gozo, me hago el gracioso, sí, pero más o menos funciona. Cuando estoy fino pienso que lo que hago no está tan mal. Siempre recurro a las dichosas ideas, ya sea para un Ultrashow, un artículo, o este libro. Reviso mis libretas y escojo las que me apetece explicar. Siempre la misma jugada. Las ideas se me ocurren de repente, quiero decir, no me siento en una mesa con lápiz y papel y me pongo a pensar apretándome el entrecejo, no, no se dan escenas de estreñimiento. Capto más ideas si voy a la compra, veo Telecinco, espío en la cafetería o echo unas risas con los amigos... Así a uno se le ocurren muchas cosas. El truco está en localizarlas y apuntarlas, porque son tan superficiales que se olvidan enseguida, realmente son como sueñecitos estúpidos. Aun así, pienso que hay mucha belleza en la bobada desatada. No ensayo el Ultrashow en absoluto, sólo llevo apuntados los títulos de las ideas. Es muy agradable introducir un rasgo de conferencia, una divagación en el vacío, sin gags o estructuras narrativas preparadas. Es importante que el Ultrashow se diferencie del espectáculo ensayado. Eso sí, tengo que salir a escena muy fino, y muy alegre. Sobre todo tengo que permanecer en contacto con la ilusión que siento por comunicar las ideas, si no la energía me abandona y me desinflo como un pobre desgraciado.
La foto oficial de un escritor
Vaya foto. Los de la editorial han pagado a un fotógrafo. No sé qué coño me ha hecho en la cara, pero el archivo que contenía la imagen se llamaba Noguera Cubano. Creo que me ha oscurecido el contorno de los ojos como si fuera un koala lascivo y luego ha inyectado una miel muy sutil en la mirada. La miel del diablo. ¡Maldito fotógrafo! Has conseguido que me enamore de mí mismo. ¿Dónde has comprado esa puta miel? Porque la deben de vender muy cara. Aun así, no ha sido capaz de abordar el asunto de la disimetría ocular, ahí se ha visto impotente. Se ha visto forzado a respetar ese ojo derecho jodido que tengo, más pequeño que el izquierdo, con ese manto de carne hinchada bajo la ceja. En realidad, dentro de esa hinchazón guardo un papelito enrollado. Hace años anoté en él mi mejor idea y pagué a un cirujano para que me lo implantara en la ceja. Siempre tengo esa zona un poco inflamada, el cuerpo no termina de encajar esa idea. Joder, ¿os dais cuenta?, la editorial ha pagado a un fotógrafo, yo pagué a un cirujano... Al final todo es dinero.