Una extraña aventura
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Una extraña aventura
ISBN | 978-84-96584-10-5 |
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Páginas | 138 |
Año | 2007 |
Editorial | Hiru |
Sección | Teatro |
Texto escrito por Alfonso Sastre tras la muerte de su mujer Eva Forest y la inmediata edición de esta obra, hasta entonces inédita
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En 1977, publicó Eva, todavía en la Prisión de Yeserías, Madrid, en la que había ingresado en septiembre de 1974, su libro Testimonios de lucha y resistencia (Editorial Mugalde, Hendaia), en el que uno de sus pasajes fundamentales es el trabajo titulado "Diez días que conmovieron un mundo" (páginas 169 y siguientes). Una extraña aventura es una reescritura de aquellos diez días de intercambio de vivencias entre unas mujeres que habían pasado por ese trance atroz que es la tortura policíaca. Una extraña aventura, o también “un viaje”, como le gustaba decir a Eva.
Otra gran fuente para la debida comprensión de esta obra, que hoy se presenta a sus lectores, diríamos, “en estado naciente”, tal como ella la dejó, “no terminada”, o, por mejor decir, no suficientemente terminada, sino abierta a distintas terminaciones (dramaturgias), es esa gran documentación sobre el tema de la tortura y su existencia en situaciones que se afirman a sí mismas como democráticas, y que es Diez años de tortura y democracia (segunda edición, Editora: Gestoras Pro Amnistía de Euskadi). En este libro, palpitante de sufrimientos y acusaciones al Sistema, hay un pasaje del que no es posible prescindir para la comprensión de todo este horror (ver sus páginas 108 y siguientes): Viacrucis por Gipuzkoa en siete estaciones.
Aquí está, por fin publicada, la obra dramática que su autora venía anunciando desde hace mucho tiempo, y de la que ya hay –adelantadas a su terminación por ella– dos versiones francesas, ambas representadas en Iparralde y en Francia, sin que desde el llamado “teatro vasco”, siempre tan distante y hasta ignorante de su tiempo y de su propio país, se percibiera el menor interés por la existencia de este texto, que quedó por mucho tiempo –y hasta hoy– clausurado en las dos versiones en lengua francesa, que en la presente edición quedan reseñadas por la propia autora en algún momento (en su “prologuillo”).
Ella, solicitada por mil actividades prácticas y teóricas referentes a su universal compromiso solidario, no conseguía llevarla a término en lengua castellana, y así fue hasta el final; de manera que el texto que hoy aparece tiene un pasaje al principio, ya definitivamente escrito (en versos libres), y el resto aparece en una nítida prosa, que ya es una forma de verso, pues comporta un tratamiento literario muy cuidadoso y de alta calidad.
Aquí está, decimos, tal como ella había comenzado a elaborar su estilo, en unos versos que son, como aquellos en los que Thomas Bernhard escribió sus dramas, más bien una prosa versificada. Yo creo que una vez más se confirma lo que me he permitido afirmar otras veces, y también hace un momento: que la prosa es una forma más libre del verso, o que el verso es una forma más elaborada de la prosa (y, desde luego, que en la calle y en nuestras casas y lugares de estudio y de trabajo la gente no habla en prosa, a pesar de que sobre este tema Molière hiciera reír sin fundamento a los públicos de su Burgués Gentilhombre).
El tema de la tortura había movilizado siempre a Eva, desde antes de que ella misma la sufriera en su propio cuerpo y, sobre todo, en su alma (permitidme que me exprese así, entendiendo el alma como una superestructura del cuerpo; Ortega habló del “alma corporal”, y algo así hay, sin duda alguna, pues la materia alcanza un nivel “espiritual” en el curso de la evolución, y quien lo niegue se instala en un materialismo grosero y estúpido), y fue ella quien creó, en plena odiosa Dictadura, un Comité de Solidaridad con Euskadi, que se ocupó sobre todo de denunciar aquellos horrores. Ambos fuimos también los motores –o promotores– de aquel que fue famoso Documento de intelectuales y artistas contra las torturas a los mineros asturianos durante las grandes y heroicas huelgas de los años 60. Después ella habría de desarrollar toda su actividad, durante muchos años de su vida, en una batalla, en la que quemó generosamente infinidad de horas de su vida, sin jamás pedir algo a cambio, ni siquiera el debido reconocimiento a su tarea; de modo que su presencia fue siempre activísima en esta lucha contra esa Gran Infamia que es la tortura policíaca. Por eso son tan evidentes las huellas de lo que vengo diciendo en su obra literaria, desde aquellos Testimonios de lucha y resistencia y Onintze en el País de la Democracia hasta esa obra fundamental y clave (políticamente hablando) que es Diez años de Tortura y Democracia.
Ahora se presenta este texto, hemos dicho, tal como ella lo ha dejado, y ello como testimonio de sus urgencias: gran escritora, se prohibió a sí misma serlo, en función de sus actividades que, ética y políticamente la solicitaban. Así es que quienes (si es que hay alguien) quieran hacer teatro con esta obra dramática, lo que aquí tienen es los materiales a punto para lo que puede resultar una excelente dramaturgia.
Decir, en fin, que Eva es una gran escritora, ignorada como tal, pero evidente en sus obras más políticas y, digamos, periodísticas: Operación Ogro es una excelente obra literaria ocultada por la importancia de su contenido testimonial, y cuando se publique al fin Los Nuevos Cubanos espero que alguien descubra la entidad literaria de este trabajo, que lo asimila a grandes obras como Los hijos de Sánchez de Oscar Lewis o Una aldea de la China popular de Jan Myrdal. Ella sacrificó su obra propiamente literaria, por un lado a sus escrúpulos perfeccionistas, y por otro a las reclamaciones de su imperativo moral, asentado en la lucha de los pueblos por su soberanía.
Ella sin embargo alcanzó a probar que se puede hacer gran literatura con los temas sociales y políticos de hoy, como siempre se hizo –¿recordamos a Shakespeare?– con los temas históricos. Así, Operación Ogro es una gran obra en todos los sentidos. El Diario y Cartas desde la cárcel es otro; y Los Nuevos Cubanos una obra maestra.
Hay, creo yo, una gran deuda con ella, evidente ante la profundidad de su obra, por ella misma desdeñada, cuando decía que aquellas obras no eran sino “trabajos de urgencia”. Así pues, su obra literaria está por estudiar; ella es un tesoro inagotable de experiencias y reflexiones, que conducen a análisis que desvelan que la “democracia” en la que vivimos –por “democrática” que se presente– es un hecho oprobioso y terrible. Se descubre en ella que presuntos partidarios de la justicia y de la libertad –como esos hombrecillos que han sido en la vida pública Felipe González o el Juez Garzón o Zapatero– han sido y son, en la realidad, cómplices de muchos desafueros que, en las obras de Eva Forest, desfilan ante nuestros ojos.
Apasionante es, pues, su obra literaria, y así mismo desconocida casi en su totalidad. El valor literario de sus trabajos siempre fue disminuido o decididamente ignorado, y, en definitiva, permaneció oculto; más bien, ocultado.
Esta Extraña Aventura es, en fin, un alcaloide literario de sus obras ya publicadas, pero también de las que se han de publicar y también de las que no se publicarán porque son testimonios grabados a pie de cuartelillo de la Guardia Civil o de Comisaría o de Cárcel que sólo quedarán archivados en la Biblioteca Eva Forest-Alfonso Sastre que se abrirá en su día, en una sede de la Fundación Koldo Mitxelena. Son centenares de horas de grabación, y quien un día oiga esas grabaciones advertirá la profundidad del conocimiento que ella tenía de esta práctica y la calidad de sus análisis. Desde el recuerdo de las torturas a las que ella misma había sido sometida yo pongo aquí una vez más el grito en el cielo: ¡Malditos seáis los torturadores! Eva Forest os va a acusar eternamente.
Alfonso Sastre
verano de 2007