Cervantes libertario

Cervantes libertario

Cervantes antisistema, o Por qué los anarquistas aman a Cervantes

Emilio Sola Casta¥O

10,00 €

BEZa barne

Badugu

Cervantes libertario

Cervantes antisistema, o Por qué los anarquistas aman a Cervantes

ISBN 978-84-86864-95-8
Orriak 166
Urtea 2016
Argitaletxea Fal
Saila Crítica Literaria

«Alcanzar libertad en esta vida» es un verso de Cervantes que encierra en sí mismo todo un programa de vida y acción para una persona de su tiempo y de todos los tiempos. Porque la riqueza cervantina está precisamente en ese descubrimiento que cada generación hace de él amedida que evolucionan nuevas sensibilidades, más allá de la mera erudición crítica de los cervantistas, siempre desbordada por ellas. Cuatro días antes de morirse, Cervantes mismo lo dice: «no son los tiempos unos», y que vendrá un tiempo en el que la gente, anudando los rotos hilos sueltos de sus historias, verá lo que quiso decir y, más aún, lo que convenía decir.
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Este libro de Emilio Sola ?historiador con trabajos fundamentales sobre asuntos fronterizos y de información en la época de Cervantes, tanto en el Mediterráneo como en Extremo Oriente? es una invitación precisamente a esa interpretación más libre de las obras de Cervantes, a una lectura libertaria o liberadora que en su tiempo histórico ?«no son los tiempos unos»?era inviable.

Para horror del sistema, de los casticistas, de los bienpensantes y políticamente correctos, sobrevuela la sospecha de un Cervantes antisistema, imposible cortesano, zahiriente del «cambio injusto y trato con maraña» (la corrupción económica más elemental), un Cervantes aconfesional y hasta feminista del que no se habla en la pompa de los centenarios, y cuyomensaje principal se esforzó en construir a lo largo de su vida de manera consciente. Por ello, Cervantes, el libertario cuerdo o lúcido, tiene que inventarse a don Quijote, el libertario loco, para poder decir lo que quería decir, pura búsqueda de libertad de expresión para «alcanzar libertad en esta vida».

Lecturas de Cervantes innumerables y siempre nuevas, renovables incluso a medida que cambien los tiempos, fundamentales para entender por ejemplo a Cervantes cuando dice que no vale para cortesano porque no sabe lisonjear, y cuyas quejas sobre la justicia son radicales, sin fisura, claramente antisistémicas, tal cual aparece en el discurso primero de la Edad de Oro, por boca de Quijote; o el Cervantes que en un análisis maestro de la modernidad que se avecinaba, compara la empresa económica moderna con la galeota corsaria, y lamenta que el nuevo dios de los nuevos tiempos sea el «interese», el dinero, de manera que «el cambio injusto y trato con maraña» sea la nueva ley de esos nuevos tiempos bárbaros; o el Cervantes feminista que en una sociedad patriarcal y macha hace decir a Marcela que ella nació libre y que pasa de que su enamorado no correspondido, Crisóstomo, se haya suicidado, porque era un acosador; o el Cervantes que, en una sociedad confesional fundamentalista como era la monarquía católica, hace despedirse a un moro y a un cristiano en una pieza teatral así: «Tu Cristo vaya contigo», dice el moro Ali; «Tu Mahoma, Ali, te guarde», dice el cristiano; formulación sin parangón en la literatura europea de entonces y casi de hoy, tal como van las cosas.

Ese es el Cervantes que no parece que las élites culturales y los especialistas tengan ningún interés en glosar para que todos lo entiendan. El que no puede digerir una sociedad formal que en el fondo no entra de lleno en él porque, como en vida le sucedió, lo desprecia y oculta, lo difumina o ningunea, y sólo es capaz de reírle gracias al loco que dice tonterías, y que inventó por pura necesidad de libertad de expresión, en un artilugio literario que crea la novela moderna.

Ese es, sin duda, el Cervantes personaje histórico que encandila a los anarquistas, a los libertarios, y por ello son radicalmente cervantistas, más que quijotistas, pues enamorados del Quijote, focalizan su interés en ese hombre que está detrás de la obra literaria misma, que le da vida, que la hace posible.

Ese Don Quijote de Alcalá de Henares, como sintetiza, puro emblema, José María Pujol, en el título de un libro que publicó en 1947 y que firma sencillamente PUYOL; un exiliado libertario que llegó a Argelia en el barco Stanbrook huyendo de la represión franquista, cuya pasión por Cervantes se narra también en «Por qué los anarquistas aman a Cervantes». El libro se cierra con un repaso a las afinidades del movimiento libertario con el Quijote y su autor.


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