«El algoritmo paternalista» en la SER
Abenduak 04 Asteazkena
2018/03/11 Iñaki Soto
Tengo la sensación de que las cosas están empezando a cambiar. Por ejemplo, cada vez son más los hombres que leen textos de teoría feminista. Esto hasta hace diez años era prácticamente impensable». Son palabras de Virginie Despentes en su entrevista a GARA. Angela Davis mencionaba también esa tendencia y lo que aporta a un movimiento en expansión y abierto a alianzas.
Tanto sus textos como los de Despentes son grandes obras, con perspectivas e impulsos filosóficos y literarios diferentes, pero ambas son inspiradoras y brillantes. Sin embargo no son, quizás, el mejor punto de partida, la puerta por la que acceder a esos debates que están agitando el mundo, al feminismo.
Si una persona quiere adentrarse en la literatura feminista, por ejemplo en el caso de los hombres, este libro de bell hooks es una magnífica oportunidad, una introducción a un mundo intelectual fascinante. En cierta medida, el texto funciona como un manifiesto o incluso como un manual. Ofrece un sistema no cerrado pero sí muy bien perfilado, un marco de pensamiento potente y radical. hooks tiene una voluntad claramente divulgadora, lo que no evita que trate casi cada tema interesante que ha habido en el feminismo, cada disputa histórica y cada perspectiva. El índice muestra un catálogo de sus debates históricos, siempre desde un punto de vista de una mujer negra, norteamericana y con conciencia de clase.
Otra de las razones por las que un hombre podría comenzar por aquí es porque el libro está pensado también para ellos. hooks no es en ningún modo condescendiente con los hombres y su crítica al patriarcado y a la violencia que ejercen los hombres contra las mujeres es radical y profunda. Muy profunda. Pero defiende abiertamente que existen hombres feministas o, mejor dicho, hombres que aspiran a ser feministas. Al igual que las mujeres, desde otro punto de partida, aspiran a ser feministas. La autora denuncia a las feministas que traicionaron a las mujeres más desfavorecidas en cuanto vieron compensadas sus demandas de clase o a las beneficiarias del patriarcado.
El libro reconoce el legado de las lesbianas, de las feministas negras, de las socialistas, de las luchadoras por los derechos civiles. Es crítica pero no juzgadora. La visión del feminismo que da es progresista, radical, universal y emancipadora. Ahora que la reacción machista ha adoptado el mantra del «yo feminista sí, pero el problema son las radicales», hooks ofrece una batería de argumentos y razones para sostener que, para ser feminismo, debe ser radical.
hooks defiende abiertamente sus posturas en casi todas las polémicas y en algunos casos es dura con sus contrincantes intelectuales. Sin embargo sus palabras nunca dejan de tener un profundo poso humanista. Explica sus orígenes, sus transformaciones, sus vivencias, sitúa el feminismo en toda su vida. Y también en la nuestra. Porque, como reza el título, «el feminismo es para todo el mundo».