Un solete
Lunes 02 de Septiembre
Inconclusa y creada entre 2001 y 2009, la obra de unos más que reconocidos Joann Sfar y Christophe Blain vuelve casi una década después a bordo de una cuidada edición capitaneada por Fulgencio Pimentel. Una servidora no puede ocultar su entusiasmo ante semejante acontecimiento de celebración de la filosofía, el humor y la más pura y violenta humanidad. Los que no conocían esta joya del cómic francés, no deberían perderse la aventura divertida y ciertamente algo penosa en cuanto a la búsqueda de respuestas.
La filosofía, ese terreno difícil de transitar en lo cotidiano y al mismo tiempo tan necesaria para dotar de sentido y orientación la existencia, es aquí dibujada, literal y metafóricamente, con la pluma de los grandes narradores y con la profundidad sensible de los filósofos clásicos. Tal vez por eso y para facilitar la entrada, la historia está ambientada en la Antigua Grecia.
Las grandes preguntas de la tradición filosófica, que indagan en la virtud, las pasiones pero también en aquello que el ser humano persigue, no pretenden ser abordadas para ser respondidas. La contradicción de nuestra naturaleza se acompaña de lo absurdo: Sócrates es un perro filósofo, el perro de Heracles, hijo de Zeus, y nos va a contar su historia.
Humanidad y divinidad se confuden. Virtud, razón... y la pulsión, la víscera siempre rugiendo. La frontera de contención no parece clara pero asistir a tal exposición de las paradojas históricas de nuestra existencia reconforta, pues es una especie de hilarante desgracia la de no hallar respuestas. A medida que ocurre esta búsqueda, la violencia explícita de algunos de los episodios históricos que se relatan, (como un curioso encuentro entre Heracles y Ulises) devuelve la pura reflexión filosófica a lo más carnal del ser humano. Tal vez por eso también sentimos por Sócrates ternura y compasión: porque es un perro que, dotado de la más alta racionalidad, no comprende los enredos de su amo Heracles, cuyo origen es divino pero humana su naturaleza. Finalmente, y a modo de paliativos frente al injusto parón de la historia, los editores han incluido un par de entrevistas con los autores, que hacen la despedida menos dura y el trago amargo de la incerteza humana más soportable.
Yoanna Rodionova