«Idazketa labana bat da» IRUTXULOKO HITZAn
Viernes 22 de Noviembre
Dilema antiguo, el poder de la música para cambiar el mundo y la pertinencia de la canción como herramienta política son asuntos discutidos desde siempre. ¿Debe el rock comprometerse con la realidad? La respuesta depende de cada músico, está claro. Y el autor de este ensayo lo es, guitarrista en la banda Faithless o acompañante de Sinéad O’Connor, lo que da una especial perspectiva a su repaso de la historia de la música que ha querido pronunciarse sobre el estado de las cosas, desde las tesis todavía refrescantes de Theodor Adorno y la infiltración de los Beatles en la U.R.S.S. hasta la grabación de «Freedom for Palestine», canción del propio Dave Randall publicada en 2011 y apoyada por Alice Walker, Massive Attack, Billy Bragg o Coldplay. Escrito en primera persona, Sound System. El poder político de la música cita a Woody Guthrie y Víctor Jara, Fela Kuti y Marvin Gaye, «Strange Fruit» de Billie Holiday, «Free Nelson Mandela» de los Specials o aquel «Formation» repleto de consignas #BlackLivesMatter que Beyoncé entonó en la Superbowl ante cien millones de espectadores, explayándose en la creación del carnaval de Notting Hill o las canciones que fueron himnos durante las primaveras árabes. Cierto es que al autor le pierde a veces su proselitismo y que su panorámica no es completa —cualquiera que desee una visión exhaustiva tiene el fantástico 33 revoluciones por minuto. Historia de la canción protesta (Malpaso) de Dorian Linskey—, pero a cambio aporta su impagable experiencia como instrumentista en gira que se cuestiona desde dentro el negocio mismo de la música, en el capítulo «Breve historia musical del neoliberalismo», y tiene el coraje de entrarle a Bob Geldof en el backstage de un evento benéfico para afearle su amistad con Tony Blair… siendo expulsado por diligentes seguratas.
Finalmente, el libro nos recuerda una vez más que una canción es un producto ambiguo, que puede ser desvirtuada con intenciones muy distintas a las de su creador. Prólogo de Nando Cruz, que decidió hace tiempo explorar realidades sociales con música de fondo. Encomiable su apuesta y, por supuesto, la de Randall.
IGNACIO JULIÀ