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PAMPLONA - También nos roban el fútbol, escrito por Ángel Cappa y su hija María, es un libro que realiza una profunda crítica a la situación del fútbol moderno, en el que el valor de lo cuantitativo impide que la esencia de este deporte se desarrolle con total normalidad.
Ayer por la tarde, la librería Katakrak de Pamplona acogió la presentación del libro, con mucha expectación por conocer los entresijos que han modificado el fútbol, un deporte de barrio, practicado en las canchas, vivido en la grada y amado en todo el mundo. El acto fue presentado por Kibu Vicuña y enriquecido por la presencia de un mítico jugador como Patxi Puñal.
En primer lugar, el propio Ángel Cappa, con una dilatada experiencia en banquillos de diversos banquillos tanto de Europa como de Sudamérica, quiso dejar claro que había sido él quien había ayudado a su hija, y no al revés como se puede interpretar. «El hecho de que haya sido un libro escrito con mi hija puede inducir a la equivocación de que yo la incorporé para que me ayude, y es exactamente al contrario, el grueso del libro lo ha escrito ella, he sido yo quien le ha ayudado», reconoció Ángel Cappa, ex segundo entrenador del Real Madrid, junto a Jorge Valdano.
Las raíces del relato vienen de un hecho muy significativo, el cambio del fútbol con la aparición del capitalismo. «Este deporte ha sufrido una alteración desde los últimos 30 años. El título del libro, También nos roban el fútbol, hace referencia a que el neoliberalismo está robando bienes comunes como la salud, la sanidad, la cultura y entre ellos está el deporte. El fútbol pertenece a los jugadores y a la gente. Hoy en día los empresarios que compran los clubes de fútbol no tienen ni idea del significado de este deporte, tratan a las entidades como si fueran empresas y un club de fútbol es un sentimiento», afirma Ángel Cappa, extécnico de River Plate.
Profundizando en los aspectos de este deporte, Cappa quiso resaltar que el fútbol está perdiendo varias de sus características básicas. «El juego tiene cada vez menos importancia, el resultado es lo que define todo. Yo creo que el fútbol sirve para que la gente pueda disfrutar, es una excusa para ser feliz, pero nos han quitado el placer de jugar y ahora se ha convertido en una tarea productiva, el dinero hace que el jugador de fútbol se olvide de jugar y responda a la necesidad de producir. Han hecho del fútbol algo cuantitativo», añadió Ángel Cappa.
Haciendo referencia al trato que reciben los aficionados en el fútbol español, María Cappa quiso poner énfasis en la intromisión del negocio en el mundo del fútbol. «El dinero está alejando a los aficionados, les está arrebatando su derecho y su capacidad adquisitiva. En Inglaterra el precio de las entradas va en proporción al sueldo medio del ciudadano inglés y además se tiene más en cuenta a los seguidores. En el caso de Alemania el precio más barato para ver al Bayern Múnich es de 15 euros y encima la entrada incluye el transporte público al estadio. En España, sin embargo, tanto la Federación Española de Fútbol como la Liga de Fútbol Profesional (LFP) han decidido usar el fútbol para poder venderlo. Lo que se le ha ocurrido a Javier Tebas es imponer a los clubes que las primeras entradas que vendan sean en las gradas hacia las que enfocan las cámaras, con el objetivo de tratar de vender un producto atractivo a China y a la India. Con esta idea los aficionados parecen ser el último mono del negocio», destacó la periodista María Cappa.
En relación al valor del público, el exjugador de Osasuna Patxi Puñal destacó la importancia del ambiente que se debe vivir en un estadio de fútbol. «Jugar en un campo lleno, y más si es junto a tu público, no tiene nada que ver con jugar en un campo casi vacío. El calor que sientes de la afición es algo muy especial, el fútbol sin los aficionados no sería el deporte que es hoy en día», afirmó el excapitán rojillo.
Ángel Cappa quiso compartir, entre risas, cómo fue su primera experiencia en El Sadar, en una anécdota muy curiosa para los aficionados futboleros. «Recuerdo que la primera vez que estuve aquí fue en un partido que enfrentaba a Osasuna contra el Cádiz, yo trabajaba para el Barcelona tomando nota de los próximos rivales de mi equipo. Hacía tanto frío, que no aguanté todo el partido y en el descanso me fui al hotel. En mi segundo partido un hincha me dio pacharán y aquello me ayudó a soportar las bajas temperaturas de Pamplona en invierno», afirmó el exjugador argentino.