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«Mercados reproductivos» en DIARIO DE NOTICIAS

Sara Lafuente Funes: "El capitalismo no funciona, no está sabiendo dar respuesta a las necesidades vitales"
paula etxeberria cayuela / pamplona 01.08.2021

La última apuesta editorial del sello Katakrak, sobre los mercados reproductivos, abre debates urgentes sobre la mercantilización de la vida y los cuidados

¿Qué cuidados y maternajes queremos? ¿Qué aspectos de la vida queremos y elegimos mercantilizar? Estos y otros debates se interrelacionan en el libro de Sara Lafuente Funes y editado por Katakrak Mercados reproductivos: crisis, deseo y desigualdad. Una obra que cuestiona y analiza las técnicas de reproducción asistida y los mercados que a base de costes y beneficios se generan en torno a dichas prácticas.

La reproducción asistida es un tema que está muy mediatizado y que se aborda de manera muy superficial. ¿Este libro surge de la necesidad de reflexionar y profundizar en torno a esta cuestión?

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–Sí, esa era la idea. Porque estamos teniendo los debates un poco por trozos. Por un lado se habla de la gestación por sustitución, subrogada, vientres de alquiler, y eso está muy apartado de la conversación en general sobre la reproducción, la fertilidad, el mercado que hay en torno a eso, y la idea es que este libro sirva para verlo todo un poco más en conjunto.
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La vida y los cuidados están lejos de estar en el centro.

–Sí. Es muy difícil poner la vida en el centro, pero sobre todo es que tampoco sabemos qué entendemos por vida. Vida es un concepto muy amplio, desde la biología se entiende de una forma, pero ni siquiera una forma unívoca; desde la calle se puede entender de otra forma, desde la sociología de otra... Entonces, por un lado que la vida esté en el centro, pero también ponernos de acuerdo sobre de qué vida estamos hablando y qué condiciones de reproducción de las vidas concretas. Esto está muy vinculado al tema de cuidados, como dices, y la idea del libro es vincularlo a ese debate, pero a la vez tiene el intento de ampliar el debate en torno a qué entendemos por vida e introducir la variable de cómo las tecnologías y las biotecnologías y los avances en biomedicina están modificando la vida en sí misma y las formas que tenemos de intervenir en la vida.

¿Qué estamos reproduciendo además de bebés, de criaturas, con las técnicas de reproducción asistida?

–Para mí no es solo qué se reproduce con estas técnicas sino estas técnicas inscritas en este modelo de mercado. Y cómo en ese sentido se reproduce el propio modelo de mercado. Un modelo muy heteronormativo, muy normativo en sí mismo, y fundamentalmente estratificado en el acceso a las clínicas reproductivas: unos sectores acceden en tanto lo que se llama donantes de material reproductivo, o en otros países en tanto gestantes para terceros; otros sectores poblacionales acceden en cuanto a pacientes, y otros sectores poblacionales acceden precisamente para utilizar esas capacidades reproductivas, esos procesos reproductivos y materiales que ofrecen otras partes... Entonces, al final lo que se está dando es un paso más muy encarnado de la estratificación reproductiva, que ya vemos cuando miramos a la crisis de cuidados, cuando miramos quiénes cuidan de unas abuelas y qué abuelas están cuidando de unos niños, a nivel internacional y a nivel estatal... Eso ya hemos conseguido verlo de una manera crítica; ahora, es importante también tener una visión de cómo se está dando en lo reproductivo, incluso antes de que haya bebés, y cómo se está modificando esa estratificación reproductiva. Entonces, ¿qué estamos reproduciendo? Un sistema estratificado en el que los cuerpos, partes del cuerpo y procesos reproductivos se están comercializando de diferentes maneras y con diferentes intensidades en diferentes partes del mundo; y en los que se están medicalizando los cuerpos.

Y un sistema en el que hay vigilancia y control sobre las mujeres.

–Sí. Sobre las mujeres y sobre todo aquello no normativo. Porque también hay una priorización de un modelo reproductivo en pareja, en pareja heterosexual, y si no es heterosexual lo más parecida posible al modelo heteronormativo, al modelo de familia nuclear de dos adultos con descendencia; y esto se está dando además en un contexto en el que hay una crisis de ese modelo, en el que hay mucha gente que se siente frustrada con ese modelo.

En el libro se apuesta por crianzas compartidas, pero al capitalismo le interesa este sistema de la familia nuclear, porque eso genera más individualismo, una mayor atadura a los trabajos, a la producción y al consumo...

–Claro, la cuestión es que estamos llegando ya a un momento en el que ni siquiera tenemos muy claro qué le interesa al capitalismo, en el sentido de que el capitalismo está totalmente perdido. Digamos que en cierto modo, aunque no lo parezca, hay una parte que claramente ha perdido la batalla, en tanto que no está funcionando de ninguna manera, y hay una crisis tras otra, crisis ecológica que se transforma en crisis pandémica, y en una necesidad muy clara de decrecimiento que ya se está incluso proclamando desde las entidades internacionales que han provocado toda la obsesión por el crecimiento, como la OCDE. Entonces, dentro de ese capitalismo que se está exacerbando al tiempo que está entrando en una fase muy destructiva, necesitamos pensar formas colectivas de abordar los problemas en general, de diagnosticar los problemas y de proponer soluciones en muchos aspectos. Y el reproductivo, o el de las crianzas, es uno clave, porque se está viendo que hay una crisis reproductiva, que es distinta a una crisis de fertilidad, y en la que se mezcla por un lado mucha frustración en el previo, en el poder quedarse embarazada, que acaba con muchas parejas y sobre todo muchas mujeres medicalizando sus procesos reproductivos; pero también hay frustración por la imposibilidad de sacar adelante las criaturas en contextos de desigualdades muy fuertes. Y también hay mucha frustración posteriormente, en la crianza, por un sistema en el que se prioriza tan poco el cuidado, que en formatos de a uno o de a dos es muy difícil llegar a todo sin sentirte totalmente exhausta. Entonces, la idea de ir tendiendo a modelos de crianza compartida es múltiple, es desde el ampliar los recursos públicos para el cuidado de las criaturas hasta el poder ampliar los libros de familia, y poder tener vinculaciones potentes y bonitas con muchas criaturas sin necesidad de tener un vínculo genético siempre. Esa es la idea.

¿Y no cree que de esta pandemia el capitalismo sale fortalecido? El individualismo y las desigualdades aumentan.

–Hay una doble vía: por un lado se ve cada vez más claro que el capitalismo no funciona, y por otro, a la vez cada vez hay más poder y más acumulación de la riqueza en menos manos. En la pandemia han ganado los mismos que ganaron en la crisis de 2008. Y las desigualdades están aumentando. O sea que no es fácil decir que el capitalismo está en crisis. Pero sí es cada vez más evidente que esto no funciona, que este modelo no está sabiendo resolver los problemas a los que se enfrenta, no está sabiendo dar respuesta a las necesidades vitales, y desde luego está produciendo problemas más grandes. El cambio climático y, vinculada a él, la pandemia, nos lo ponen muy de frente.

En el libro apunta que en Estados Unidos se escoge a las donantes de óvulos a través de catálogos. California es la meca de la gestación subrogada... ¿España está lejos de esto o podemos seguir esos pasos?

–En España hay un nivel técnico, tecnológico y biomédico muy alto, las clínicas de reproducción asistida son muy buenas en lo que hacen, y a la vez hay un contexto en el que la desigualdad está creciendo, y eso hace que haya unas condiciones favorables a que si se legalizase la gestación por sustitución, gestación subrogada o lo que se conoce como vientres de alquiler, funcionaría en el sentido de mercado. El debate está ahí. En los últimos años ha surgido con fuerza y hay posiciones muy polarizadas. Hay resistencia también a que se legalice, lo que pasa es que hay un debate que no ha sido muy complejizado ni muy vinculado al resto del mercado reproductivo. Hay que vincular ese debate a otras cosas. El Estado español está liderando un tipo de modelo más liberal en relación a la cantidad de tratamientos que se hacen, las técnicas que se utilizan... Por ejemplo, en Alemania donde ahora mismo yo trabajo, la ley es mucho más restrictiva, la donación de óvulos no está permitida, y se aplica de forma mucho más fuerte un principio de precaución con otras cuestiones como la selección de embriones o las evaluaciones genéticas de embriones. En Europa hay una pugna de modelos: uno más vinculado al uso de material de terceras partes, fundamentalmente óvulos de terceras partes, que lideraría claramente el Estado español, porque los últimos datos que se tienen es que más de la mitad de los procesos reproductivos con óvulos donados de Europa tienen lugar en España; y otro modelo que pone más en marcha el principio de precaución. Y la cuestión es cómo se puede abordar el debate de las técnicas en paralelo a abordar el debate de por qué se están utilizando tantas técnicas. Si para discutir la ley de reproducción asistida nos centramos solo en el momento en el que ya hace falta la técnica, vamos a tener un resultado muy pobre.

Porque la cuestión de las técnicas de reproducción asistida es la punta del iceberg...

–Claro. Lo que hay que preguntarse es: ¿qué es lo que están resolviendo estas técnicas? Mayoritariamente, un acceso tardío a la reproducción. ¿Por qué se está reproduciendo de forma más tardía la gente, en términos de primera criatura? Pues vamos a ver si es solo cuestión propia de que la gente quiere retrasar, o si como se está viendo, hay otros muchos motivos. Y hay dos debates clave: el derecho a la vivienda y el mercado laboral. Y cómo ambos afectan de forma especialmente flagrante a las mujeres, y sobre todo a las mujeres jóvenes con hijos, y a las mujeres que no se lanzan a tener hijos porque entienden que es muy difícil tirar para adelante en este contexto si no tienes un apoyo familiar. Hay que abordar esos debates de manera conjunta.

el libro
Título. Mercados reproductivos: crisis, deseo y desigualdad.
Editorial. Katakrak.
Prólogo. Amaia Pérez Orozco.
Páginas. 294.
Precio. 20 euros.

La autora. Sara Lafuente Funes (Madrid, 1986) es licenciada en Sociología en la Universidad Complutense de Madrid y máster en Biomedicina, biociencia y sociedad en la London School of Economics. Actualmente es investigadora en la Universidad Goethe de Frankfurt, en el departamento de Biotecnología, naturaleza y sociedad.

"Se prioriza un modelo reproductivo en pareja, el de familia nuclear de dos adultos con descendencia, que hoy está en crisis"

"Hay que poner la vida en el centro, pero sobre todo tenemos que ponernos de acuerdo sobre qué entendemos por vida"



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