Un solete
Irailak 02 Astelehena
«Pero ellos no nacieron en el barrio de los negros, no iban caminando a la escuela y siempre consiguieron el trabajo que querían y a la chica que querían, aunque fuera negra.
No, los blancos no entienden nada de nada»
El libro que tenemos entre manos parte de una historia real peculiar y muy musical en los años 60. La gira de cinco semanas que realizaron Willie Mae Thornton -conocida como Big Mama- y su grupo de blues. Narrada con sutileza, nos adentramos en aquella época convulsa a través de la mirada de un grupo de músicos fantástico. La gira American Folk Blues Festival era organizada por dos alemanes: Horst Lippmann y Fritz Rau y, durante una década, trajo a Europa a lo más granado de la música afroamericana.
Publicada por Ediciones del Viento, a principios de año, la autora Noemí Sabugal nos cuenta en dos niveles esta estancia europea:
Por un lado, partir de los pensamientos y las ideas de Willie Mae; aparece un pequeño diario, conversaciones telefónicas y entrevistas: «la rabia. La rabia a veces me ahoga como si me creciera hiedra en la garganta».
A través de esa figura gigante descubrimos las relaciones, las grabaciones y las giras agotadoras. Encontramos las pistas de cómo se compusieron y triunfaron grandes canciones del blues; y, sobre todo, hallamos esas vidas difíciles dentro de los barrios más depauperados del profundo sur de Estados Unidos.
Luego está ese otro nivel, más extenso y descriptivo, desde el que se narran las ciudades que visitaron en su gira; mirada extraña de lo pequeños y ricos que son los ‘pueblos’ europeos, sus peculiares pobladores blancos y el extenuante ritmo regado por cervezas, bourbon y whisky.
«Era una de esas noches interminables en las que ni siquiera la música podía con la desgana». Todo lo contrario nos transmite este libro ameno, con una voz femenina muy potente y que explora una época intensa y plena. Un libro al que llegué gracias a Violeta Serrano, directora de la interesante web literaria www.continuidaddeloslibros.com.
Ahora, nada mejor que ponernos un viejo disco de blues y beber un whisky mientras leemos.
Eduardo Irujo