La tendencia viene gestándose desde hace tiempo, con el resurgimiento del minimalismo, o la reapreciación del Wabi Sabi japonés. Pero es a partir de la pandemia del Covid que se cuela más contundentemente en el trabajo de los interioristas y las redes sociales como toda una declaración de intenciones: la felicidad no es un objetivo, sino un viaje, que se elige emprender cada día. El disfrute está en proceso, los momentos pequeños o grandes que dan forma al camino.

El SLOW LIVING es vivir con consciencia, apreciar el entorno y recurrir a la naturaleza.