Tal y como se pone de manifiesto, los problemas filosóficos han seguido estando en el núcleo del modo en que la ciencia se pregunta por el mundo. Pese a que, en el siglo XIX, con la reforma de los sistemas universitarios y el afianzamiento de la especialización científica, la filosofía quedó institucionalmente separada de la ciencia, como lo está aún hoy en día, los problemas en los que se dirime la constitución del mundo natural, su conocimiento y los métodos de aproximación al mismo, son asuntos tan relevantes que no han dejado de preocupar nunca a los filósofos. En este sentido, se entrelazan estudios acerca del contenido mismo de las teorías científicas con reflexiones sobre el estatuto de nuestros conocimientos, tratando de mostrar la complejidad de las interacciones entre ciencia y filosofía. Sin olvidar el carácter histórico de su desarrollo –incluso del más reciente– con el propósito de evitar simplificaciones reductoras.