Un solete
Irailak 02 Astelehena
LA GUERRA NO TIENE ROSTRO DE MUJER
(Svetlana Alexievich, Barcelona, Debate, 2015)
Svetlana Alexievich, escritora y periodista bielorrusa, compone en este duro y hermoso, terrible y humano libro de entrevistas a mujeres soviéticas que participaron en la Segunda Guerra Mundial, una memoria olvidada. Da voz en esos relatos al “tremendo rictus de lo misterioso". En palabras de la autora, "la guerra femenina tiene sus colores, sus olores, su iluminación y su espacio. Tiene sus propias palabras. En esta guerra no hay héroes ni hazañas increíbles, tan solo hay seres humanos involucrados en una tarea inhumana" (p. 14).
Cuarenta años después de finalizada la contienda Alexievich comienza la titánica tarea de recuperar la memoria de estas mujeres, realiza cientos, miles de entrevistas. Viaja por toda la URSS visitando a esas luchadoras olvidadas en sus casas, en asilos, en granjas. Y vuelve con una historia sublime, cercana, que remueve las tripas. Que horroriza pero nos acerca a los ideales que movieron a todas ellas, jóvenes en su mayoría de 15 o 16 años a luchar en una guerra cruenta que, en principio, no estaba hecha para ellas. Pero se hicieron un hueco, con tesón, grandeza, fuerza de voluntad y una fe inquebrantable. Después, el silencio… impuesto desde el Estado, la sociedad, los hombres y mujeres que salvaron y defendieron.
Encuesta, charla, toma el té con ellas, desde las lavanderas, panaderas y enfermeras hasta las aviadoras, zapadoras, artilleras, partisanas que durante cuatro años, de 1941 a 1945, primero aguantaron la embestida del ejército alemán y, más tarde, le hicieron retroceder hasta Berlín. Pueblos quemados, actos de tortura, asesinatos masivos son descritos desde la mirada tensa y horrorizada, pero con férrea voluntad de resistir y luchar hasta el final. Mirada coral que nos descubre un universo hasta ahora silenciado y desconocido: "recorrí un largo camino junto a mis personajes. Como ellas, pasó mucho tiempo hasta que pude asumir que nuestra Victoria tenía dos caras: una es bella y la otra es espantosa, cubierta de cicatrices. Mirarla es doloroso" (p. 40)
Al finalizar la lectura del libro, sus voces, la de estas luchadoras, resuenan en nuestra mente y nos enfrentan al pasado para poder comprender el presente. Sin olvido. Por justicia. Con ese poso amargo en el estómago de a quien se le ha narrado el horror desde una mirada diferente, cargada de connotaciones, de ternura y de perplejidad.