«El arte de no ser gobernados» en LE MONDE DIPLOMATIQUE
Abenduak 20 Ostirala
Gerda Lerner
Katakrak, 2022
448 pp. 27 €
Ana Pérez Cañamares
Antes de escribir La creación del patriarcado, libro fundamental para el feminismo, Gerda Lerner se embarcó en dar a conocer la historia de las hermanas Sarah y Angelina Grimké. Su carácter rebelde, perseverante e insobornable se hace más evidente cuando sabemos que nacieron en el seno de una familia del Sur que debía su poder y riqueza a la posesión de esclavos y que, desde su infancia, su innata capacidad para la justicia y la compasión las hizo escandalizarse ante el trato que recibían los esclavos de la plantación familiar. Pese a la oposición de familiares, amigos y coetáneos, se formaron para contribuir a la lucha contra la esclavitud, enfrentándose incluso a los reformistas. En su mentalidad religiosa, era absolutamente imposible que en un mundo regido por los mandamientos de Dios se diera un trato degradante a un ser hecho a su imagen y semejanza.
Es precisamente su indignación ante la situación social de los hombres y mujeres negros, no sólo en su status de esclavos, sino también como ciudadanos de segunda en los Estados libres, lo que lleva a las hermanas a analizar la situación de la mujer. Como tales, fueron víctimas de la hipocresía que las veía como “ángeles del hogar”, pero que las discriminaba en la vida social, las abucheaba y perseguía como oradoras, las ridiculizaba como seres pensantes y las relegaba al papel de compañeras y madres, eternamente infantilizadas. Ellas fueron las primeras en vincular la lucha contra la opresión racial con la defensa de los derechos de las mujeres, y a ambas causas se dedicaron, con plena fe en la libertad y la dignidad individual independientemente de la raza y el sexo. Sus vidas y sus ideas encarnan las dudas y las incertidumbres personales, así como los retos, las dificultades y las luchas por las que tuvieron que pasar con el fin de hacer oír y valer su palabra, no sólo frente a los que se les oponían, sino también hacia aquellos supuestos “aliados” con los que compartían causa, pero insistían en relegarlas a un segundo plano. Sacaron a la luz las contradicciones que una vez tras otra han sufrido las mujeres en sus carnes: no valen milenios de misoginia y discriminación, lo demás es siempre lo importante, la lucha de las mujeres secundaria. Nosotras siempre tenemos que esperar.
Que las hermanas Grimké sean apenas conocidas, incluso entre las feministas, así como la actualidad de su lucha, nunca tan superada como quieren hacernos creer, en especial en este aspecto de seguir considerando secundaria la causa de las mujeres, hace que este libro sea casi tan fundamental como otros de la autora. Con gran profusión de datos y anécdotas (y la inclusión al final de las propias palabras de las hermanas en los discursos y alegatos que pronunciaron) hace que sintamos que su historia es la nuestra.