EL PERIODISMO NARRATIVO SE CONSTRUYE

«El periodismo narrativo se construye, más que sobre el arte de hacer preguntas, sobre el arte de mirar»(p. 45)
«Todo lo que hay que hacer es permanecer primero para desaparecer después» (p. 44)
«Tener miedo no ayuda a escribir» (p. 101)
ZONA DE OBRAS
(Leila Guerriero, Círculo de Tiza, 2014 Bartzelona)

Un libro que reflexiona sobre el arte de escribir. Apuntes en diversos medios, simposios, prólogos de libros. Una extraordinaria partitura que teje Leila Guerriero (1967, Junin, Argentina) en una más que notable edición de Círculo de Tiza. Un recorrido por las inquietudes y preguntas que le asaltan (habitualmente por interlocutores varios) sobre el acto de escribir periodismo cultural o periodismo narrativo.

Hilado durante casi una década, nos encontramos ante un ejercicio estilístico de darlo todo, de mostrarse hasta en los últimos recovecos de la escritura. Leila Guerriero, con esta serie de crónicas periodísticas diseminadas por medio mundo (El Mercurio de Chile, El Malpensante de Colombia, Babelia -El País- de Madrid, etc.) durante una década, «hablándonos de otros, nos habla, todo el tiempo, de nosotros mismos” (p. 53). El arte de mirar queda plasmado de manera exacta, cual escalpelo de la realidad en la prosa de la autora argentina, dotada de una capacidad muy poco usual para narrar y pensar(se). Todo ello, según nos cuenta ella misma, con “la certeza de creer que no da igual contar la historia de cualquier manera» (p. 42).

«Claro que poner un adjetivo bien puesto no es hacer ficción; hacer una descripción eficaz no es hacer ficción utilizar el lenguaje para lograr climas y suspenso no es hacer ficción. Eso se llama, desde siempre escribir bien» (p. 59); y podemos afirmar sin riesgo a equivocarnos que Guerriero así lo hace. Hay un número importante de momentos en los que el libro me ha impactado o emocionado con lo descrito. Ahora te toca a ti, improbable lectora.

«Y quizás de eso, y de ninguna otra cosa, se trata todo esto: de estar enfermos de esa fe y de buscar, desesperadamente, tanto en la paz como en la zozobra, las frases que puedan transformarla en estremecimiento» (p. 198).

Eduardo Arteta